No resulta del todo cierta la afirmación de que “el tiempo lo cura todo”, pero al menos si logra mitigar el dolor, a la vez que la distancia actúa como anestésico ante tanta barbaridad. Como ejemplo, han pasado cuatro años desde la caída de las torres gemelas y es ahora cuando por primera vez la industria estadounidense se atreve a rodar producciones utilizando el terrible atentado como principal reclamo.
En el caso de Buenos días, noche, ha corrido mucha tinta desde el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro (primer ministro italiano) por parte de las brigadas rojas, un hecho que sumió al país en una profunda crisis política y social en el año 1978.
El punto de vista adoptado por su director, el ideólogo Marco Bellochio, se fija en los cuatro miembros de las brigadas rojas artífices del secuestro, y más concretamente concentrado en la figura de Chiara (lúcida Maya Sansa). A través de su mirada enmudecemos, lloramos, nos conmovemos y nos hace partícipes de sus ambiguas incertidumbres.
Bellochio (Las manos en los bolsillos, La sonrisa ce mi madre) hace planear su discurso ideológico a través de una puesta en escena del todo intimista, alejada de lo que conlleva la palabra terrorismo: sangre, armas... La acción se sitúa en mínimos espacios habitables que dramatizan un relato que combina la ficción con ciertos elementos de documental, transmitiendo fielmente el pánico sufrido por la sociedad italiana. A esto hay que añadir el tono onírico reflejado en el sentir de la joven brigadista, alguien que no encuentra salida a una situación que ella misma se ha buscado.
La visión que aporta Bellochio sobre secuestradores y secuestrado se sirve de un análisis mucho más profundo que el simple hecho histórico, obviando en la narración toda clase de convencionalismos.
Siendo fiel a toda su carrera, en el realizador prima el discurso ideológico por encima de cualquier virtuosismo visual, dejando a los personajes prácticamente desnudos frente a la cámara, arropándose únicamente en los gestos y miradas; los ojos de Maya Sansa reflejan la incertidumbre, el miedo, el odio, y su lucha entre tanta contradicción.
Galardonada con el premio especial del jurado en la pasada edición del Festival de Venecia, Buenos días, noche” es un film necesario por lo que cuenta y por cómo lo cuenta, y sobre todo porque aunque haya pasado mucho tiempo, su terrorismo permanece.