Ange Leoni, el líder de los separatistas corsos, lleva demasiado tiempo eludiendo a la justicia francesa, así que tras burlarse por enésima vez tanto de los gendarmes como de la policía secreta, éstos deciden emplear una nueva treta para poder capturarle. Contratan al detective Jack Palmer para que localice a Leoni y le haga saber que ha recibido una gran mansión como herencia. Una vez que el separatista pique el anzuelo y salga a la luz para reclamar su posesión la policía supone que podrán capturarle sin demasiados problemas. Con lo que no cuentan los agentes es con lo difícil que será para Palmer dar con el esquivo personaje, sumergido en el microcosmos que es la isla de Córcega, repleta de hoscos lugareños, grupos terroristas y demás fauna.
El archivo corso (una traducción más correcta sería La investigación corsa) adapta una tira cómica de prensa y está dirigida por Alain Berberian (responsable de cintas menores como Cannes, ciudad del miedo o El embolao, y casualmente hermano de un famoso autor de tebeos, Charles Berberian, creador junto a Philippe Dupuy de la excelente serie El señor Jean). Además, la película supone una nueva colaboración entre los actores Jean Reno y Christian Clavier, tras la serie de Los visitantes (dos films franceses y el remake americano, estrenado aquí como Dos colgados en Chicago). Una vez expuestos estos datos objetivos, toca dar paso a lo subjetivo, es decir, a analizar cómo funcionan todos estos elementos en el marco de la película y a concluir si vale la pena o no acercarse al cine para verla.
Ante todo, decir que no nos encontramos ante una comedia desternillante sino ante un producto que se afana más que nada por arrancar algunas sonrisas del espectador, basándose en la comicidad de las situaciones y en el talento interpretativo de Christian Clavier, que tan pronto se pone en la piel de un hierático Peter Sellers como nos recuerda poderosamente al Andrés Pajares de las películas de Mariano Ozores (extrañas asociaciones que hace la mente de uno). En general El archivo corso entretiene en su primera mitad pero, una vez pasado ese punto, a poco que se pare uno a reflexionar se da cuenta de que el argumento va avanzando a trompicones, olvidándose de algunas tramas durante demasiados minutos, y de que no quedan nada claro los objetivos de los distintos personajes, ni hay una explicación demasiado razonable para ciertos sucesos. Lo que había sido una historia pasable deviene algo caótico que consigue aburrir enormemente hasta que aparecen por fin los títulos de crédito. Se trata, en definitiva, de un frustrado intento por divertir a costa de algunos tópicos de la isla francesa y de un argumento supuestamente bien trazado.