Los Otros

Todo resulta desconcentarte en torno al fenómeno Amenabar. Desde su facilidad para engrandecerse con cada uno de sus proyectos, hasta la atípica -y en él cotidiana- gracia para aunar público y crítica en la alabanza de sus películas.

Han sido pocos los años que ha necesitado para pasar de hacer sus cortos amateur -en los que ya destacaba la profesionalidad y dedicación que el tiempo no ha menoscabado- a dirigir un proyecto con un presupuesto de muchos ceros para la potente industria norteaméricana.
Probablemente la explicación de que la aventura yanki no haya cambiado su estilo, se encuentra en su firme voluntad de no dejarse cambiar, de defender su sello propio aún a riesgo de perder los favores jolibudienses.
Apuntando en su propia dirección, desechó la idea de rehacer en Vanilla Sky a Abre los Ojos cuando esta impresionó al señor Cruise. Siguiendo firme, impuso traer el rodaje a España, aportar medios españoles a su medida demostrando como hay profesionales capaces de hacer un gran trabajo sin necesidad de acudir al otro lado del charco y cobrar tarifas de infarto. La decisión ha beneficiado a una producción a su medida a la vez que ha dignificado nuestros medios.

Los otros

Varias son las maneras de las que se ha valido el cine para tratar el género de suspense, para intentar mantener tenso al espectador y no dejarle descanso alguno a lo largo del metraje. Desafortunadamente, los últimos años de cine moderno han ido más encaminados al cine de sucesión de impactos, efectista y de toques gore, que busca el miedo donde sólo hay emociones reflejo. Ante tan triste panorama, la serie B ha sido la que más ha abusado con las interminables series de sexy-teenagers a las que por desgracia no se les intuye un final más o menos cercano.
Hay puntuales excepciones, remansos con pinceladas de autor algo menos funcionales y que parecen esquivar los tramites constantes con apariciones más o menos lúcidas del verdadero miedo. Y es en este sentido, hablando de la lucidez a la hora de provocar esta emoción, donde Amenabar demuestra con Los Otros tener una idea totalmente diáfana de su verdadero significado.

Desde la primera escena, aún sin caer en ritmos precipitados y frenéticos, el miedo está presente dejándose intuir en la distancia. Es clave esencial para moldearlo, para que se pueda manifestar en todo su esplendor cuando le llegue el momento y que no se diluya en un torbellino de intentos permanentes. En este sentido, el cine clásico lo supo encontrar con acierto en el pasado y, con una sencillez medidamente pausada, creaba miedos intensos, psicológicos y con un componente atávico.
El director español, aprehende la parte necesaria del clasicismo, la mezcla con recursos sobrados y una buena historia, y te atrapa con su cadenciosa claridad de ideas desde el principio hasta el final.
Los instrumentos de los que se vale son además valiosos y acertados a partes iguales. Nicole Kidman, con la misma plausible aportación de maquillaje y vestuario de las que se valen todos los protagonistas perfectamente caracterizados (gran labor de la diseñadora de vestuario Sonia Grande), se erige en un personaje fundamental con rasgos de gran riqueza que emulan a los más recordados iconos del cine del ínclito Hitchcok. La mansión victoriana, filmada con correctos y medidos movimientos de cámara, sobrecoge en cada uno de sus estados: sea en la oscuridad -fultimente atacada por la luz de las velas-, en la luz del día, o rodeada en medio de la niebla. Y por supuesto, en medio de todo esto, la fotografía del artesanal Javier Aguirresarobe consigue llegar más allá de los ojos para darnos imágenes de gran intensidad de las que se te graban en el recuerdo.

Es difícil saber si en medio de tanto adulamiento generalizado, de esta extraña unanimidad, va a salir antes o después algún iluminado a desmarcarse buscando paja en el ojo ajeno. Es seguro que buscándose argumentos, se podrán incluso hacer acusaciones de parecidos mayores o menores con películas recientes. Pero lo cierto, prescindiendo de subjetividades (especialmente intelectualoides que nunca llevan a nada) es que estamos ante un director que ha cumplido holgadamente y con nota, con el mayor reto que se le ha planteado hasta la fecha. Y ojalá siempre haga las cosas con este estilo.