Aquí llega de nuevo el rutilante Vin Diesel. Candidato al puesto de 'hombre de acción', poco reclamado en estos días y prácticamente vacante con permiso de Steven Seagal, apuesta por su propia vía y método para especializarse en género. Lejos de huir del encasillamiento, se ciñe a él en una decisión lúcida y, más que posiblemente, inconsciente. Sus extraordinarias limitaciones lo convierten en un ente grotesco al servicio de tramas tan trilladas como indiferentes, sirviendo en esta ocasión a una lucha de Narcotráfico que huye de 'Traffic' para acercarse a una barata feria de pueblo.
Embarcarse en una enumeración de defectos es más una labor que deberían hacer sus responsables en confesionario, pero sirvan algunos ejemplos: ritmo irregular que condensa disparos arbitrariamente de forma alocada, no saber evitar la zafia capacidad dramática de quién tiene en sus brazos lo que se le escurrió del cerebro, y pretender formar una historia por medio de decisiones tópicas desmotivadas y testosterona exaltada para un público concreto al que tanto le va esto como un documental de conducción temeraria. Buscar la emoción cruzando un mambo playero entre cigüeñas con la triste muerte de la bailaora consorte, llama poco a la lágrima cuando el intérprete es un monigote que parece llorar a un melón partido. Enmarcarle en una venganza al margen de la ley, un despropósito caduco que pasó su época con cintas mil veces mejores y que sabían justificar una violencia mucho más pertinente. Este personaje nacido de las oscuras grutas del tunning, y que vive eternamente de diálogos de llantas, es una apología del sujeto vandálico y macarra, un sujeto pasivo conducido eternamente por película enervante, aquí con distintos elementos de una receta que siempre sabe mal: cuando los ingredientes son de un cierto componente transgénico, sólo los de la misma especie pueden comulgar con su estulticia. Por lo demás, podrían limitarse a un metraje más modesto, cumpir con la hora y media y cortar en seco, evitar argumento de vocación tramposa cuando el ingenio no ilumina, y si la vía de compensación es la carne femenina, hacer cuentas para ver cuanta más hace falta para equilibrar carencias.