Julia (Ariadna Gil) camina por el medio de una calle. Se dirige a una entrevista de trabajo. Tiene 35 años y el mundo laboral comienza a serle hostil. Su marido (Jordi Mollá) y ella deciden irse a vivir a una tranquila y apartada urbanización. Comenzar una nueva vida hará más llevaderos los problemas laborales de Julia. O no. Lo que para su marido y sus hijos (Nacho Pérez y Omar Muñoz) es una delicia, comienza a ser una auténtica pesadilla para ella. Julia descubre que nadie más habita en ese lugar, pero sólo ella parece darse cuenta.
Daniel Calparsoro firma Ausentes, dando un giro a su estilo anterior y entrando en el suspense. Conocido por Guerreros y por películas tan atrevidas como Salto al vacío, Pasajes, A ciegas y Asfalto, afirma en la presentación del filme: “Cada vez me gustan menos las películas habladas y más las contadas”. Éste es el intento fallido de Ausentes. La película no consigue apenas expectación, sólo esperas durante hora y media a ver qué inventa para resolver el aparentemente obvio entramado en el que te ha metido. Está claro que no va a ser lo evidente, ¿dónde quedaría la sorpresa? Así que Calparsoro y sus coguionistas toman el camino fácil, pero no lo vamos a desvelar. Se ha querido acompañar para la escritura de este guión de Ray Loriga, que ha formado parte del equipo de guionistas de Carne trémula, de Pedro Almodóvar, y ha escrito en solitario El séptimo día, de Carlos Saura, y La pistola de mi hermano, dirigida por él mismo. Si algo tienen en común estas producciones es la baja calidad de sus guiones. Para completar el elenco, ha contado también con Elio Quiroga, con colaboraciones en la escritura de guiones mucho más modestos y principalmente conocido por la película que escribió y dirigió en 1996, Fotos, altamente reconocida por el festival de Sitges pero carente de todo interés para muchos. Calparsoro hace hincapié en que es una historia contada desde el punto de vista de la protagonista, Julia (Ariadna Gil); ese es un juego peligroso si no se utiliza bien, si el espectador está tan ciego, al final le puedes contar cualquier cosa.
Ausentes te podría hacer pasar un buen rato, si las situaciones de tensión estuvieran trabajadas. Se presentan repetidas, predecibles, poco elaboradas... Gracias al excelente trabajo de los intérpretes no te quieres dormir, pero acabas pensando en lo guapos que son. Sustos levísimos y exaltación escasa. La música corre a cargo de Carlos Jean, es el ritmo que te acompaña y te recuerda que estás en un thriller. Una correcta composición para el género, pero abandonada a su suerte. Sólo de música no vive el cine.
Calparsoro enuncia al hablar sobre Ausentes una premisa que pudiera querer estar en el fondo de esta experiencia: “A mí me parece que la familia es un infierno”. Lo malo es que ese infierno se le ha ido demasiado de las manos, es difícil que algo tan extremo te haga plantearte las preguntas que al director le hubiese gustado provocarte. Otra vez será.