Tras la brecha abierta por Los padres de ella y su secuela se nos están colando otras producciones que se basan en el eterno enfrentamiento entre suegros y yernos y nueras. Si hace poco Adivina quién conseguía unos resultados más bien pobres, ahora llega La madre del novio para hacer de aquella una obra maestra en comparación. Tampoco es que esperáramos más del director Robert Luketic, que cuenta como único hito de su escasa filmografía con Una rubia muy legal, y ahora anda preparando la adaptación de la serie televisiva Dallas.
Vamos con el argumento: Charlie (Jennifer López) es tan buena, tan buena que sabemos que sólo podemos estar ante la protagonista de una película americana. Cuando se encuentra con el sencillamente perfecto e irresistible Kevin (Michael Vartan, un soseras más en Hollywood) y ambos se enamoran sabemos que su romance va a ser “de película” en el mal sentido de la expresión. Eso sí, el remate llega cuando la madre de Kevin, Viola (una Jane Fonda que ni mucho menos se merece tantos elogios vertidos sobre ella en su retorno a la gran pantalla) no ve con buenos ojos la unión de su hijo con su pluriempleada y algo vulgar novia, por lo que iniciará una campaña para deshacerse de la buena de Charlie.
Prácticamente nada puede salvarse de esta cinta. Desde el baboseo inicial de los enamorados a la insoportable e impredecible forma de ser del personaje de Jane Fonda que sirve de guía para la acción durante el resto del metraje, todo chirría y resulta tremendamente bobo: se atragantan el “simpático” vecino gay de la protagonista (un tópico hiriente detrás de otro) y la “divertidísima” ayudante negra de la suegra (inexplicablemente, el público de la sesión donde estuve se reía cada vez que ella intervenía, aunque fuera para dar la hora). En cuanto a la suegra, molesta la sobreactuación de Jane Fonda, y además llega un momento en que ya no sabemos por qué odia tanto a su futura nuera (¿por pura maldad, para dar juego a la película porque lo pone el guión?), ni nos importa, y la verdad es que sale uno de la sala maldiciendo el nulo trabajo que se ha hecho sobre un guión indefendible se mire por donde se mire.
Hay cinco minutos donde la protagonista emprende el contraataque contra su suegra y nos asalta la esperanza de que la película remonte el vuelo aunque sea un poco, pero por desgracia se trata de un espejismo que en cuestión de segundos se desvanece para volver a sumergirnos en una vergüenza absoluta que sólo debería padecerse en una sala de cine un par de veces al año, como mucho.