Vuelve Wes Craven apenas un año después de La maldición (Cursed), y lo hace con una película cuyo trailer, menos mal, sugiere más que muestra y deja que sea la propia película la que nos narre todo lo que va a pasar. Este detalle hace que lo pasemos medianamente bien con una cinta bastante discreta, que no merece subir al podio de lo mejor de la producción del hombre que en dos ocasiones puso patas arriba el género de terror, primero con Pesadilla en Elm Street y posteriormente con la saga de Scream.
La historia la protagoniza Lisa Reisert (Rachel McAdams, a punto de estrenar De boda en boda), la encargada de un hotel donde va a hospedarse un renombrado político americano a la noche siguiente. Lisa tiene que tomar un vuelo nocturno para regresar a Miami, y en el aeropuerto conoce a Jackson (Cillian Murphy repitiendo papel de villano, tras Batman begins), que parece ser un tipo encantador hasta que revela sus auténticas intenciones, relacionadas con Lisa y con el mentado político. Y hasta aquí podemos leer para no destripar más.
Hay un leve cosquilleo que se nos instala en el estómago desde la revelación de Jackson, algo que hace que más o menos veas la película con una cierta incertidumbre que es de agradecer. Eso si el espectador pone de su parte, claro, porque hay motivos para no entrar en lo que se nos plantea en la historia: alguna casualidad demasiado rebuscada (el vecino de asiento que usa el teléfono a la vez que la protagonista), las involuntariamente paródicas presentaciones de algunos secundarios (dignas de Aterriza como puedas) o el hecho de que en esta época de pánico ante cualquier posible atentado a bordo de un avión ni la tripulación ni ningún pasajero sospeche de Jackson, pese a los diversos motivos que da a lo largo del metraje.
Pese a todo, si nos dejamos llevar por la presión psicológica, emocional y moral que el guión quiere ejercer sobre la protagonista y por lo claustrofóbico de la situación (aunque personalmente creo que no se explota como se debiera el hecho de que Lisa tenga pánico a volar), nos hallamos en el tramo final de película con una resolución poco satisfactoria y bastante torpe. El enfrentamiento definitivo con el villano, con todos los peores tics de Scream (malo increíblemente patoso, protagonista valerosa y dura pero poco creíble), rompe toda la atmósfera que tanto había costado construir con anterioridad, dejando muy chafados a los que hasta entonces no nos estaba disgustando este atípico (en la filmografía de su director y en el tipo de películas actuales) Vuelo nocturno.