Con motivo de la promoción asiática de The Myth, una superproducción estrenada el pasado 23 de septiembre en Hong Kong, Singapur y Malasia, su protagonista Jackie Chan ha declarado su intención de abandonar de aquí a cinco años los papeles de acción que han marcado su carrera.
En The Myth, Chan interpreta a un general de la antigüedad que se reencarna en un arqueólogo de nuestro tiempo. Aunque afirma que no ha tenido problemas para, con 51 años, rodar junto a la actriz surcoreana Kim Hee y la hindú Mallita Sherawat las escenas violentas que requería el filme, Jackie considera más interesante dedicarse en un futuro no muy lejano a producir películas de acción que no exijan su presencia como actor principal, así como films de bajo presupuesto y documentales sobre naturaleza. También planea entrenar a jóvenes realizadores y especialistas.
En nuestro país Chan nunca ha pasado de ser un habitual de los videoclubs y, gracias a la saga Hora Punta, una celebridad relativa durante los últimos años. Sin embargo, para entender el alcance de su anuncio sobre el abandono del género hay que considerar su relevancia como estrella en Asia.
Chan ha interpretado más de cien películas que le han consagrado como el mejor luchador cinematográfico de Oriente desde hace tres décadas. Sus coreografías acrobáticas, combinadas con el humor, el uso de objetos cotidianos como armas improvisadas, y sobre todo con su insistencia en que los golpes y caídas que provoca o le infligen sean verdaderos, le han convertido en una figura tan popular que hasta hace poco los guiones no se molestaban ni en ponerle un sobrenombre (sus personajes se llamaban en muchas ocasiones como él), y para sus admiradores casi tan importante como la ficción eran los títulos de crédito finales, que incluían tomas falsas o descartadas para demostrar la peligrosidad real de ciertas escenas.
Chan ejerce además desde 1984 una carrera paralela como cantante pop -ha publicado veinte discos con temas en inglés, cantonés, mandarín y japonés-, y es un filántropo respetado que ha prestado su imagen y ayuda económica a labores humanitarias y de conservación medioambiental.
Occidente tiende a menospreciar el cine de Jackie por infantil y pobre, pero en cualquier caso es de recibo destacar sus tremendas habilidades físicas, impensables en una estrella norteamericana del género. Chan se formó entre los siete y los diecisiete años en la durísima Ópera china, y entró en el cine como especialista. Su ascensión y permanencia como estrella en una industria competitiva y desalmada merecen el respeto que no suscitan sus películas.