En demasiadas ocasiones da la sensación de que se trata de lo segundo, que el margen por recorrer ya era escaso y que a la hora de provocar al espectador, la balanza del asco y el humor se ha desequilibrado en el primer lado. El público puede justificarlo todo si le arrancan la risa por el camino, sin embargo forzar la maquinaria de lo grotesco, exige demasiado esfuerzo y convierte casi en un malabarismo mostrar algo que en la segunda parte no se haya utilizado… y acaba volviéndose recurrente, por más que el gusto del protagonista por las flatulencias arranque carcajadas en la sala las tres o cuatro primeras ocasiones.
La aparición del famoseo cutre -y no cutre-, obedece más a las formas que al fondo, la simplicidad de mostrar embajadores televisivos de la caspa en la gran pantalla, al igual que gags que se perciben aislados de la estructura, son fruto de una mala compensación entre la idea de hacer una sucesión de payasadas irreverentes, y dotar a la cinta de una trama argumental seria como si fuera algo imprescindible. ¿No era la ruptura total uno de sus alicientes?. Si el personaje principal se pone todo el peso a sus espaldas (más cuando la pareja José Mota no logra a pesar de sus semejanzas con la caracterización de Gabino Diego un dúo similar) él es en ocasiones tan excepcional en lo hilarante como lo ha sido en el pasado, pero en muchas otras parece funcionar al ralentí, movido por una inercia que torna las risas en sornisas hasta un punto muerto donde todo parece ya visto y podría escurrirse algún bostezo. Es cierto que en varias ocasiones sigue siendo genuino, pero únicamente porque Santiago Segura es capaz de imponerle a la escena su gracia natural con independencia de quien esté a su alrededor. Su modernización de la idea de esperpento, por más que tenga varios tramos infalibles, no es igual de sólida que antes. Entonces tampoco se trataba de obras maestras ni de guiones de ortopédica profundidad social (como habría sido del gusto de la subvencionada e hipersensibilizada tropa de abanderados del cine patrio), pero globalmente eran piezas de entretenimiento tan funcionales como soeces, y eso era ya bastante.
¿Funcionará ‘El Protector’ en términos de taquilla como las anteriores? El primer fin de semana, el récord ha sido histórico. Segura se ha convertido en un hábil showman que conoce los procedimientos de la crematística, y que desde su primera película no ha dudado en pasearse por donde haga falta para que el mundo entero sepa de su nueva creación, y con la marca creada, Torrente habrá generado millones antes de que quepa preguntarse por cuál de las tres partes es la mejor. Y cual peor.