Hanna (Sarah Polley) vive encerrada en sí misma. Hace pero no dice. Su presencia es la de esas personas que quieren estar sin molestar. Sólo busca un sitio que seguir ocupando y poco más. Un día su jefe la obliga a coger vacaciones, ya que ella ni siquiera se ha preocupado de hacerlo, y tiene que buscar un nuevo decorado para pasar sus días. Por casualidad, llega a una plataforma petrolífera en Irlanda del Norte, y allí conocerá a Josef (Tim Robbins). Hanna y Josef son dos personas heridas que se encuentran. Hanna se defiende del mundo con el silencio, Josef, con las palabras. A lo mejor descubren que en ocasiones uno puede no defenderse.
Quinto largometraje de Isabel Coixet. Después de Demasiado viejo para morir joven, Cosas que nunca te dije, A los que aman y Mi vida sin mí, este filme vuelve a regalarnos su buen hacer. Una drama intimista desgarrador que no ha dudado en volver a pintar con humor: “Hasta en las situaciones más trágicas uno puede encontrar algo divertido”, afirma. Si el cine ofrece posibilidades, una de ellas es jugar con los silencios. A menudo las películas llenan su metraje de acción, de palabras, de miles de detalles que el ojo no ve. Coixet te propone lo contrario. Unos personajes que han decidido que quieren que les dejen solos. Un juego entre las palabras y el silencio, y lo bien que pueden encajar si se escuchan ambos. Una localización aislada donde apenas pasan cosas. Josef, un personaje que permanece gran parte del metraje tumbado y ciego, y Hanna, alguien que desconecta su audífono cuando quiere. La vida secreta de las palabras te acerca a esas personas que matan el tiempo para que el tiempo no les mate a ellos. Una dura historia está dentro de cada uno. El pasado de Hanna marca el propósito de realizar esta película. La directora afirma que aunque uno no puede pasarse la vida recordando, uno tiene que recordar. Basada en algunos de los hechos más cruentos de la Historia contemporánea, La vida secreta de las palabras quiere ser memoria.
Aunque el filme deja bastante atadas todas las historias en las que te embarca, está acompañado por una voz infantil que cada espectador puede interpretar a su antojo. Isabel Coixet afirma haberla puesto por una razón concreta pero no la quiere desvelar: “Cada cual tiene que pensar qué es para él”. Al insistirle, comenta retadora: “La voz y la oca [un curioso habitante más de la plataforma petrolífera] las he puesto por joder un poco”. Cosas de la vida cotidiana.
La realizadora no ha dudado en ayudar al espectador con una soberbia banda sonora que le sostenga y le ayude a conocer dónde están y cómo sienten los personajes. Destacar All The World Is Green, de Tom Waits y Hope There´s Someone, de Antony and The Johnsons, impresionantes. Coixet comenta que durante el rodaje hacían concursos, durante las cuatro horas diarias de maquillaje, de a ver quién encontraba la canción más deprimente. Se esmeraron. El resultado es arrollador.