El joven Rada (Nicolas Cazale) se ve obligado a acompañar a su padre (Mohamed Majd) a La Meca haciendo un recorrido de 5.000 kilómetros. Tras esa premisa se esconde un bello periplo en el que no sólo hay que superar la distancia del arduo camino, ya que ésta sirve de base para el planteamiento de adversidades que van más allá: la distancia generacional y cultural entre un padre profundamente religioso y su hijo de inquietudes bien distintas. La larga travesía en coche por Italia, Serbia, Turquía y demás países hasta su llegada a Arabia Saudí motivará el progresivo acercamiento entre ambos.
El marroquí con residencia en Francia Ismael Ferroukhi utiliza el género conocido como road movie, de por sí manido, para darnos a conocer los desencuentros paterno filiares a través de una historia enternecedora, sencilla y de ajustada carga emocional. Así, sin artificio alguno, el director se encarga de dejar todo el peso de la narración en unos personajes tratados con la máxima dedicación y respeto. El silencio que en un principio se apodera de los protagonistas da paso a la comunicación de dos posturas ajenas la una de la otra, encontrándose a medio camino con la consiguiente catarsis final.
A través de elementos tan poco comunes en el cine de hoy –el especial tratamiento en la construcción de sus relaciones con cercanía, la dedicación del director por sacarnos del error acerca del pensamiento único sobre la comunidad musulmana, la intimidad creada...–, El largo viaje invita a acercarnos a este viaje iniciático que avanza, en ocasiones titubeante pero seguro, demostrando que no es necesario hacer concesiones de ningún tipo siempre que se crea en la historia convertida en imágenes.
Cabe destacar la buena labor interpretativa del joven Nicolas Cazale, premiada en la reciente Mostra de Valencia, además de poseer del premio ópera prima en el Festival de Venecia.
Es muy probable que su estreno quede relegado ante propuestas de sello más comercial, pero lo que el film tiene de modesto también lo tiene de honesto, sincero y poco proclive al sentimentalismo barato.