Una conferencia en torno al mundo de los sueños hará que se conozcan los tres personajes que van a llevar sobre sus espaldas el peso de Oculto, nueva película de Antonio Hernández tras la destacable En la ciudad sin límites, de hace casi cuatro años. Por un lado hay una ejecutiva de alto nivel (interpretada por Angie Cepeda) cuyos sueños premonitorios la tienen en cierta tensión debido al aspecto sobrenatural de los mismos. También están el periodista al que da vida Leonardo Sbaraglia, que anda detrás de la ejecutiva por intereses amorosos, y una mujer (Laia Marull) que trabaja en el lugar donde tiene lugar la mentada conferencia al principio de la película, y cuyos sueños coinciden con los de la primera mujer en ciertos aspectos.
Con este punto de arranque da inicio lo que ni mucho menos es una cinta de terror (el trailer es terriblemente engañoso, y de hecho contiene escenas que luego no aparecen en la película), sino una especie de thriller que gira en torno al mundo de los sueños, las premoniciones y la interpretación de todos esos sucesos nocturnos que tienen lugar en nuestra mente. O al menos eso parece, porque a mitad de película hay un giro en el argumento que nos descubre algunas sorpresas y hace que nos encontremos ante un tono ligeramente distinto en lo que se nos está contando hasta el final del metraje. Contar más sería destripar la trama en exceso, así que mejor dejamos de lado los detalles de ese tipo.
A pesar del incumplimiento de las expectativas (esperas una de terror y te encuentras con algo distinto), hay que decir que el guión funciona bastante bien y que los actores acaban de apuntalar una historia efectiva gracias a sus dotes interpretativas, así que en general Oculto es una película satisfactoria. Puestos a poner pegas diríamos que hay conversaciones reiterativas en exceso (los personajes se dedican a enumerar detalles que ya hemos visto, o que ellos mismos acaban de comentar una o dos escenas antes), que esa malsana obsesión con los sueños de la ejecutiva está un poco exagerada o que el epílogo en forma de flashback no aporta prácticamente nada que no supiéramos ya. En definitiva, pequeños defectos que no acaban de desmerecer un trabajo poco habitual dentro del panorama cinematográfico español, sin que ello lo convierta en una obra maestra.