Siguiendo los pasos de su amigo Álex de la Iglesia, que en 2002 sufragó la obra de Pepón Montero y Juan Maidagán Dos hombres sin destino, Santiago Segura se ha animado también a producir un espectáculo teatral.
Junto a José Mota, co-protagonista de Torrente 3: El Protector, Segura invertirá en Los Productores, libreto basado en la película homónima escrita y dirigida en 1968 por Mel Brooks. En ella Zero Mostel y Gene Wilder encarnaban a un productor y a un auditor que unían sus talentos para financiar premeditadamente un bodrio que fracasase en las taquillas y permitiese al primero de ellos declararse en quiebra y liquidar sus deudas.
La cinta de Brooks devino clásico de culto, y su autor la adaptó años más tarde en forma de comedia musical, que ha triunfado en Broadway durante varias temporadas con Nathan Lane y Matthew Broderick como protagonistas. Ambos repiten por cierto sus papeles en la versión cinematográfica que prepara actualmente Susan Stroman, secundados por Will Ferrell y Uma Thurman (en un rol que en principio iba a encarnar Nicole Kidman). La adaptación producida por Segura se estrenará en nuestros teatros a principios de 2006.
El cineasta deja así de lado Torrente 3, que para bien y para mal ha marcado el otoño cultural español. Para bien, porque con sus casi 18 millones de euros recaudados la película se ha convertido en el único fenómeno cinematográfico relevante de nuestra industria a lo largo de 2005. Para mal, porque a pesar de todos sus esfuerzos mediáticos –o quizás en parte precisamente por ellos- Segura parece haber perdido el favor de la prensa y su aura de amiguete para muchos colectivos.
Todo comenzó el día anterior al estreno, con la rueda de prensa en la que se presentó el film. Los periodistas mostraron su enfado por no haber podido verlo antes. Segura dio varias excusas, pero como se sospechaba y él mismo se encargó de desvelar en una entrevista concedida a El País el 6 de noviembre, no lo hizo previendo que las críticas serían feroces: Por lo menos el pase no se lo he pagado yo.
Según Segura, la prensa le ha quitado 300.000 espectadores, que hubieran sido muchos más (?) de haberse publicado las reseñas coincidiendo con el estreno. En este tema, como en el del top manta –el actor y director se temía que el pirateo le arrebatase también parte de la recaudación y rogó con éxito a los manteros de Madrid y Barcelona que retrasasen una semana la venta ilegal de la película-, Segura ha delatado una obsesión por la taquilla que excede la propia de su condición de productor y parece una cuestión de autoestima.
En todo caso los críticos y el top manta eran las únicas grietas de un producto que su creador ha sellado a su manera habitual: apareciendo personalmente en todos y cada uno de los medios de expresión conocidos por el hombre, exhibiendo en ellos su gracejo y asegurando que bajo su fachada de operación comercial Torrente 3 en realidad es un modelo de comedia valiente por su incorrección política.
En esto no le ha faltado razón, vistas algunas reacciones que el periodista Iván Reguera no ha dudado en calificar de charlotadas: Primero fue la Fundación Lumière, impulsora de una mascota llamada Cinecito con la que recaudan ingresos destinados a ayudar a nuevos realizadores y gente de la profesión cinematográfica, la que amenazó con demandar a Segura si no retiraba unas declaraciones que había hecho en un videodisco promocional de Torrente 3: “Cinecito... aquella mierda de mascota horrible que no sé de dónde salió y que gracias a Dios no ha vuelto a aparecer en ningún lado” .
Segura se disculpó de inmediato mediante un comunicado de prensa, pero se encontró casi sin haberse recuperado de la impresión con otro ataque, el de los concejales socialistas de Viana do Bolo, población gallega de la que se mofaba Torrente en un momento de la película. Los ediles pidieron la convocatoria de un pleno municipal a fin de responder al insulto del grasiento policía (“pueblo de mierda” ).
Los últimos ofendidos por Segura fueron los miembros de la Real e Ilustre Cofradía de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca, por culpa de una escena en la que la sagrada reliquia que da nombre a la asociación es pisoteada en un ataque de furor por Torrente. Ante la amenaza de un requerimiento notarial, Segura volvió a pedir disculpas: Me gustaría retractarme y fustigarme a mí mismo públicamente hasta obtener el perdón de las personas a las que de manera involuntaria hubiese podido ofender a través de mi personaje.
Estas han sido, en definitiva, las polémicas que ha generado nuestra cultura durante los últimos meses, junto al enésimo escándalo propiciado por el premio Planeta.