En una entrevista concedida a El Mundo en julio de 2003 el productor, director y guionista Pedro Masó (1927) manifestaba: No soy hombre de homenajes. Si me dan un Goya, que sea porque la película que haga lo merezca. Pero como fin de carrera, no: me niego a aceptarlo. Dos años después, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España acaba de anunciar que concederá a Masó precisamente el Goya de Honor 2005 por toda su carrera. El galardón le será entregado en la próxima gala de los Premios Anuales de la Academia, que se celebrará el 29 de enero de 2006.
Posiblemente, las declaraciones de Masó respondían a cierta frustración por lo que siempre ha entendido como menosprecio oficial o crítico hacia su cine. Él se ha definido como un artesano que empezó su carrera a los catorce años como actor y chico para todo en los Estudios Chamartín; que a los veintiséis ya firmaba su primer guión (Como la tierra, 1953) y a los treinta y cuatro debutaba en la producción (Tres de la Cruz Roja, 1961); que según sus propias declaraciones se ha arruinado hasta cuatro veces, ya que todo lo que he ganado lo he reinvertido en el cine. Y que ha aspirado a crear una obra de raigambre popular, que muestre a la gente como es, buena e inocente, y que haga reír: lo difícil es arrancar una sonrisa a estómagos vacíos. Mucho más difícil que plantearse una situación dramática o pseudointelectual.
Tales características le han negado el aprecio del establisment cultural y le han garantizado el del espectador. Su nombre figura asociado como guionista, productor y/o director a muchos clásicos populares: Las chicas de la Cruz Roja (1958), El día de los enamorados (1959), 091, policía al habla (1960), La gran familia (1962) y sus tres secuelas, o la genial Atraco a las 3 (1962), cuyo guión escribió en nueve noches. También a productos protagonizados por stars patrias como Gracita Morales (Sor Citroën, 1967), Paco Martínez Soria (La ciudad no es para mí, 1965; Abuelo Made in Spain, 1968) o Lina Morgan (Hermana, ¿pero qué has hecho? , 1995), y a películas dirigidas por Fernando Fernán Gómez (Crimen Imperfecto, 1970), Mario Camus (La rusa, 1987) o José Luis García Sánchez (El seductor, 1995).
Masó no desdeñó según la época apuntarse al carro del erotismo vergonzante (Experiencia matrimonial, 1972; Una chica y un señor, 1973), tratar temas propiciados por la Transición a través de guiones escritos por Rafael Azcona (El divorcio que viene, 1980; 127 millones libres de impuestos, 1981; Puente aéreo, 1981), o frecuentar con gran éxito la televisión: Anillos de oro (1983), Segunda enseñanza (1986), Brigada Central (1988-89), Compuesta y sin novio (1994), Un chupete para ella (2000)... En total ha escrito casi ciento cincuenta guiones, producido más de ochenta y dirigido catorce. En un panorama industrial tan frágil como el de la cinematografía española, sus esfuerzos bien merecen el reconocimiento de un Goya. ¡Aunque sea honorífico!