Los protagonistas que se dan cita en el título de esta pequeña historia viven una entrañable historia de amor. Como ven, el arranque no presenta a priori ninguna sorpresa sino fuera porque la edad de este par de enamorados supera la barrera de los ochenta.
Su director Marcos Carnevale, realizador de la pobre Almejas y mejillones ha tenido la sana intención con Elsa y Fred de rodar una película tierna presentada de manera sencilla, simplemente para hacernos pasar un rato agradable siguiendo las vicisitudes de estos ancianos encantadores. La narración discurre como tiene que ser, por derroteros alejados de cualquier exabrupto, de manera que los convencionalismos campan a sus anchas durante la proyección. No hay que menospreciar sin embargo las tablas que poseen estos dos genios de la interpretación -en este país hemos conocido tarde a China Zorrilla (Conversaciones con mamá), gran dama del teatro en Argentina, pero tenemos la suerte de disfrutar de Manuel Alexandre, toda una vida dedicada al séptimo arte en la que se incluyen verdaderas obras maestras. El encargo suponía dotar a los papeles de la función de una enorme vitalidad: ella, poseída por una locura adolescente, él, tímido, que ha pasado por la vida sin hacer ruido... personajes a los que todavía les queda mucho por decir, amar y en definitiva, vivir.
Al margen de cierta concesión al tópico ramplón, Elsa y Fred nos brinda anécdotas divertidas, guiños cinéfilos reflejados tanto en el homenaje a La dolce vita como a la referencia en el título a otra película de Fellini, y escenas que tocan la fibra del personal(el desenlace), algo que no deja de ser atractivo para cierto sector de público. Esto es lo que verdaderamente se busca en esta producción, una historia calculada al milímetro, casi diría hermética, en la que nada despunta y donde el elenco secundario no ofrece el juego que deberían haber dado.
El resultado se presenta tal y como en un principio se preveía, simpática la mayoría de las veces, acomodaticia otras tantas y que guarda, eso sí, un respeto descomunal por el talento interpretativo de su pareja protagonista.