El arranque de En sus zapatos disipa bastantes de los temores que teníamos tras haber visto el trailer y las diversas promociones de la cinta, ya que no nos encontramos ante una comedia repleta de tropezones, enredos y supuestos chistes, sino que prima la sobriedad de una historia basada en una novela que tiene más de drama que otra cosa. ¿Cómo si no calificar a una trama protagonizada por una abogada gris que está tan absorta por su trabajo que no disfruta realmente de la vida y por su hermana, con graves problemas de dislexia y una filosofía vital de “huida hacia delante” que la lleva a la deriva sentimental y laboral por este mundo?
Quizá sea ese un logro achacable al director Curtis Hanson (L.A. Confidential, 8 Millas), capaz de dotar de un cierto empaque a sus películas, que hace que no nos encontremos ante un producto cien por cien comercial como los que pueblan nuestra cartelera, sino que demos con algunos aspectos interesantes que dan color a lo que vemos en la pantalla. Ahí está la falta de condescendencia en la forma en que trata a las dos hermanas protagonistas, el dibujo que se hace del contenido personaje de Shirley MacLaine o el sentido del humor que sale a relucir cuando aparecen los abuelitos de la residencia.
En sus zapatos se hace llevadera durante la primera hora y media. Por desgracia, las películas que van dirigidas a un gran público suelen tener que cumplir con la papeleta de quedar bien con todos, y el film que nos ocupa no es una excepción, empeñándose en reconciliar a dos hermanas que son totalmente opuestas y no podrían llevarse bien jamás, salvo en la ficción cinematográfica. Las películas americanas son así: ya puedes putear lo que quieras a alguien, que siempre será tu amigo, y si es tu hermana ni te cuento. La familia ante todo lo demás, aunque os fastidiéis mutuamente la existencia. Además, la forma en que se lleva a cabo dicha reconciliación es de un meloso insoportable, y rompe con el tono con se que había encauzado la historia hasta el momento, restando muchos puntos a una película que podría haberse utilizado como crítica a esos eternos valores familiares supuestamente intocables, pero que acaba contándonos con un exceso de azúcar algo que hemos visto miles de veces en el cine. Aun así, podría haber sido mucho peor.