Resulta difícil justificar la simpatía que uno ha sentido ante una película tan menor como Man Thing. Menor hasta el punto de que en Estados Unidos no ha tenido estreno cinematográfico, sino que fue emitida en abril por el Sci Fi Channel y editada posteriormente en dvd.
Se basa además en El Hombre Cosa, un cómic poco estimulante creado en 1971 para la Marvel por Roy Thomas, Gerry Conway y Gray Morrow, que encima es confundido a menudo con La Cosa del Pantano; una obra bastante más atractiva, ideada para DC Comics en la misma época por Len Wein y Bernie Wrightson, y que por cierto también ha tenido pobres adaptaciones cinematográficas (La Cosa del Pantano – Wes Craven, 1982; El Retorno de la Cosa del Pantano – Jim Wynorski, 1989).
Para colmo, la versión de El Hombre Cosa llevada a la pantalla por el guionista Hans Rodionoff y el director Brett Leonard (El Cortador de Césped) desdeña el discurso sobre la diferencia y la soledad del monstruo que marcaba el cómic, y convierte al ser vegetal en un simple asesino en serie, aunque por motivos ecológicos. En realidad el protagonista del film es Kyle Williams (Matthew Le Nevez), un joven que toma posesión del cargo de sheriff en una población de Florida. El anterior representante de la ley ha desaparecido, y no es el único: una misteriosa criatura estaría vengando, según los nativos seminolas, la contaminación de los pantanos de la zona provocada por las perforaciones de una petrolera. Kyle investigará el caso con la ayuda de una ecologista (encarnada por Rachel Taylor) y con la oposición de los magnates de la empresa extractora.
Man Thing se estructura de forma elemental: Las escenas principales se desarrollan de noche y en los pantanos, y consisten básicamente en batidas contra el hombre cosa que terminan con los cazadores empalados o desmembrados. Las secuencias diurnas llenan metraje a base de investigaciones confusas, algo de romance y un par de peleas. Y el desenlace se alarga agónicamente hasta alcanzar unos exiguos noventa minutos.
¿Por qué defender entonces Man Thing? Quizá porque en unos tiempos en que muchas adaptaciones de cómic traicionan su verdadero espíritu con una grandilocuencia y una sesudez forzadas, da gusto abandonarse a una monster movie tan simple. Quizá porque Leonard ha sabido crear algo de atmósfera en las citadas escenas nocturnas. Quizá porque todo el presupuesto se ha ido en recrear convincentemente al monstruo. Quizá y sin quizá porque hay películas que a uno le caen mal y otras, como ésta, que le caen bien.