El director de Antes de Atardecer y Escuela de Rock sigue desarrollando una carrera curiosa, que alterna producciones comerciales dignas con otras mucho más personales y siempre interesantes. Aún pendiente de estreno su versión de la novela de Philip K. Dick Una Mirada a la Oscuridad, en la que, a la manera de Waking Life, animará imagen real, ya se halla enfrascado en otro proyecto muy distinto.
Hablamos de Fast Food Nation, adaptación del excelente libro escrito por el periodista Eric Schlosser en 2001 –y editado en España por Random House Mondadori- que arremetía despiadada e inapelablemente contra el negocio de la comida rápida en Estados Unidos. El escrito de Schlosser nació como artículo en dos partes publicado por la revista Rolling Stone. Su repercusión llevó el autor a ampliarlo tanto en longitud como en ambiciones creativas, hasta conformar un ensayo que no se limitaba a desvelar cómo se produce una hamburguesa o la historia y las tácticas del negocio, sino que aprovechaba la ocasión para trazar un devastador análisis del estilo de vida americano surgido tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque Fast Food Nation recibió numerosas críticas por parte del sector y los colectivos implicados en el sistema, ni un solo dato del libro –y los hay escalofriantes- pudo ser rebatido. Schlosser se había asegurado de ello añadiendo al final de su obra 55 páginas de notas documentales que revisó durante siete meses con un fact checker encargado de verificar su origen.
Ahora, con la producción de Jeremy Thomas (El Último Emperador) y Malcolm McLaren (Sex Pistols), y la distribución asegurada en Norteamérica a través de Fox Searchlight Pictures, Schlosser ha escrito en colaboración con Linklater el guión de la película. Curiosamente, no será documental. Adoptará la forma de un thriller de ficción coral que contará en su reparto con Catalina Sandino Moreno (María llena eres de gracia), Ethan Hawke, Greg Kinnear, Patricia Arquette (Medium), Kris Kristofferson, Esai Morales, Luis Guzmán y la cantante Avril Lavigne.
O al menos eso es lo que aseguran los productores, en una maniobra destinada según algunos a distraer la atención de quienes pueden sentirse afectados por la película, que se prevé tan polémica o más que el libro. Como parte de esa táctica algún medio ha descubierto que el rodaje se está llevando a cabo bajo un título falso (Coyote) con el fin de permitir la entrada del equipo en los locales de comida rápida sin que sus gerentes puedan sospechar las verdaderas intenciones de Linklater. A estas suposiciones se suma el que una de las compañías implicadas en la producción, Participant Films, es conocida por su participación en otros proyectos recientes de contenido crítico, como Buenas Noches y Buena Suerte, North Country o Syriana.
No ha contribuido nada a la tranquilidad de los magnates de la fast food que Morgan Spurlock, director de Super Size Me, documental sobre el mismo tema, haya declarado tras leer el guión de Linklater y Schlosser: “Es una mirada global a la industria que capta hasta donde extiende sus tentáculos y la extensión de su red de influencias”.