Se habla de un tiempo a esta parte de cine europeo en términos negativos en cuanto a taquilla se refiere. Algunas producciones del viejo continente gozan de promoción gracias a que los festivales más prestigiosos se encargan de ello (impacientes estamos por ver la última película de Haneke, “Caché”). Además, hay otras vías por las que algunas películas cruzan fronteras, como es la del alcance comercial de su lugar de origen. Justamente eso ha pasado con la italiana “Manuale d’amore” de Giovanni Veronesi, un verdadero acontecimiento cinematográfico en su país, amén de sus doce nominaciones a los premios David de Donatello, de los que consiguió solo dos, mejor actor y actriz de reparto para Carlo Verdone y Marguerita Buy.
Es motivo de celebración que llegue a nuestras pantallas un poco de cine italiano, teniendo en cuenta que éste atraviesa un periodo crítico en cuanto a la calidad y cantidad de sus propuestas tras situarse en el olimpo fílmico con la recordada época del neorrealismo. El presente puede que nos dé una visión distorsionada de la situación, pero no cabe duda que Roberto Benigni y poco más resulta fácilmente exportable (desde aquí recomendar otra joya italiana de hace poco tiempo considerada ya de culto: “La mejor juventud” de Marco Tullio Giordana).
Como no todo iba a ser lamento por la poca afluencia de público a las salas donde se distribuye cine no norteamericano, de nuevo surge la comedia romántica por antonomasia en estas fechas con “Manuale d’amore”, cinta en la que se combinan las etapas por las que aparentemente toda pareja debe atravesar en un momento u otro de la vida. Éstas son: el enamoramiento -protagonizado por una pareja joven, en la fase más conseguida-; la crisis, con un guión cuya agilidad se sitúa como principal baza; y la traición, donde el discurso se resiente levemente acabando con síntomas de italianada de tres al cuarto en el episodio del abandono.
Veamos, la fórmula romántica con toque de humor grosso (dejemos la sutilidad a los franceses) aún sigue funcionando -el clásico hombre metido debajo de la cama o en el balcón cuando el marido llega inesperadamente- y más en nuestro país, donde tuvimos estrellas que realizaban esa labor de manera magistral aunque ahora intentemos olvidarlo. Aqui recupera la credibilidad perdida cuando regala momentos de ternura y alcanza instantes de emotiva efusividad en la platea en que el ingenio aflora en los episodios de la crisis y el enamoramiento. Logra que el dispar mosaico de personajes que presenta este manual amoroso cumpla matemáticamente con lo prometido, sacando partido al tema universal que discurre como hilo conductor de los capítulos de manera divertida y sin más pretensión que la de olvidar por el módico precio de seis euros los problemas diarios, amorosos o no, durante sus casi dos horas de metraje.