A día de hoy innovar en el campo de la ciencia ficción cinematográfica se antoja difícil. Para hacer algo que no hayamos visto mil millones de veces englobado bajo dicho género se puede pretender sorprender con productos más o menos arriesgados (Primer, Cube), o a veces también se opta por dotar de un acabado futurista a una crítica al estado de las cosas, o a las cosas por venir (Gattaca). Pero esas son algunas excepciones, claro. Por regla general los aficionados al género ya podemos darnos con un canto en los dientes si conseguimos dar con el enésimo refrito de algo ya visto que al menos mantenga mínimamente nuestra atención y no nos haga huir presas de la vergüenza ajena.
Teniendo eso en cuenta, y habiendo visto el trailer de La caverna maldita media docena de veces en los últimos meses, acude uno al cine dejándose el cerebro dentro de un frasquito de formol, a buen recaudo en casa para que no sufra el pobre, dispuesto a salir huyendo de la sala donde se proyecta el debut a la dirección de Bruce Hunt a las primeras de cambio. Sin embargo, el resultado final no es tan malo como para justificar la espantada, así que después de haber visionado la cinta toca hablar de todo lo malo y todo lo bueno (sí, algo hay) de la obra resultante.
Ante todo, hablar del obvio refrito que supone la película. Comenzando por orden alfabético es inevitable pensar en Abyss o en la saga de Aliens (hay alguna escena calcada de la cinta de Ridley Scott), pero también hay sitio para Tiburón, Piraña, o las más recientes The descent o incluso King Kong (¿alguien duda que los personajes pertenecientes a minorías raciales tienen cara de cadáver desde que aparecen en pantalla por vez primera?). Demasiados tópicos y nada nuevo bajo el sol. Eso sí, al menos las caras relativamente desconocidas que se han elegido para dar vida a los personajes (salvo la más familiar Lena Headey) otorgan una cierta incertidumbre a la historia, ya que no se adivina en qué orden exacto van a ir pringando los pobres, y eso ya es algo con lo que conformarse.
La historia no interesa demasiado: ni el planteamiento, ni el desarrollo, ni mucho menos su conclusión ofrecen nada jugoso, limitándose a crear una atmósfera de tensión donde lo claustrofóbico del entorno puede mantener atrapado al espectador, pero sin pasarse, y dependiendo del ánimo con que hayamos acudido al cine (hay que intentar poner buena voluntad de nuestra parte, y ni aun así). Además, cuando del terror en la sombra pasamos a la acción es casi peor: cuesta horrores entender algo de las peleas, caídas y explosiones que se van sucediendo a lo largo del metraje, de tan mal narradas que están.
En definitiva, si vas esperando lo peor seguramente te sorprenderás al toparte con un film que no es absolutamente espantoso y que te desconcierta, aunque por motivos ajenos a los guionistas: no sabes si estás viendo una de terror, de aventuras espeleológicas o de acción pura y dura. El batiburrillo resultante sirve para estar hora y media calentando la butaca, esperando que estrenen algo de más enjundia y con algo más de originalidad y gancho. Eso sí, esperemos que la segunda parte que se deja entrever al final jamás llegue a realizarse.