¿Porqué me sale peor la paella que a mi hermano si le echo exactamente lo mismo?. Es lo que se podría uno preguntar si va a ver esta película pensando que le gustó «el club de los poetas muertos». Teniendo una buena historia, unos buenos personajes y una gran ambientación, ¿por qué una película es buena y la otra no? ¿Por qué en una quieres más y en otra el público pide la hora como en un partido de fútbol que se está ganando por la mínima?. No hay respuesta para eso... o quizá sí.
A simple vista, con el trailer en la mano, podríamos pensar que se trata de una de esas películas apasionadas, donde la cultura y las ganas de aprender se juntan con un profesor diferente, extravagante, chiflado, divertido y al que le gusta su trabajo y un grupo de alumnos que al principio les cuesta y después no son mas que unos Caesares y eruditos en potencia a los que sólo les hacía falta la mano aguda de un gran comunicador. ¿La realidad?: diferente, pues la película aunque bien estructurada y con unas pretensiones mas bien altas, no llega, sin embargo, a la altura de lo esperado. El profesor es mas bien un tío que, excepto en contadas ocasiones, es mas soso que huevo sin sal y parece que esté dando clases a un grupo de la tercera edad. El chaval destinado a ser un todo un emperador y al que se le atribuye un magnetismo falso, se escuda en que su padre no le da todo el amor que debiera, para ser un niñato de los que es mejor estar lejos, por si contagia. Sus amigos tienen de todo menos personalidad.
No obstante, la película tiene una buena ambientación y algún momento de conversaciones inteligentes , aunque en muchas ocasiones no pasan de ser un mero intento.
La falta de provocación al espectador hace que éste no se involucre en el film y que los valores éticos que se pretenden inculcar no se los crea ni caperucita. De todas formas a alguien le tendrá que gustar... ¿no?.