La 56ª edición del Festival de Berlín, clausurada la noche del sábado, ha confirmado con su palmarés una tendencia ya vislumbrada en las recientes nominaciones a los Oscar: un auge del cine comprometido con la realidad y la política, que intenta aportar algo de luz a los tiempos crecientemente turbios que vivimos.
Grbavica, modesta producción bosnia sobre una madre soltera, superviviente de la Guerra de los Balcanes, que descubre a su hija la terrible realidad de su concepción, se alzó con el Oso de Oro a la mejor película. La realizadora del film, Jasmila Zbanic, recordó al recoger el premio que “en Europa se permite que sigan libres Radovan Karadzic y Ratko Mladic, responsables de la violación de 20.000 mujeres en Bosnia, la muerte de 100.000 personas y la deportación de un millón de seres humanos”.
Michael Winterbottom y Mat Whitecross consiguieron el Oso de Plata al mejor director por Road to Guantanamo, mezcla de ficción dramatizada y material documental que detalla el sufrimiento de tres jóvenes musulmanes británicos en el campo de concentración de Guantánamo. Los protagonistas de la película son las víctimas reales del atropello, y subieron al escenario de la Berlinale para disfrutar del aplauso del público con Winterbottom, que por cierto ya había logrado en 2003 el Oso de Oro en Berlín por In This World.
El Gran Premio del Jurado fue compartido ex-aqueo por Offside, del cineasta iraní Jafar Pahani, retrato de la discriminación femenina en aquel país y en un terreno tan lúdico como el del fútbol; y por la película danesa On Soap, en la que la directora Pernille Fisher Christensen describe una historia de amor entre una joven libertina y un travesti deprimido. On Soap también ganó el premio a la mejor ópera prima.
El Jurado concedió el premio a las mejores interpretaciones a los alemanes Moritz Bleibtreu y Sandra Hüller. El primero encarna en Las Partículas Elementales, adaptación de la novela homónima de Michel Houllebecq, a un obseso existencialista del sexo. La segunda es una poseída por el demonio en Requiem, producción muy similar por su temática a El Exorcismo de Emily Rose –cuyo guión se basaba, no lo olvidemos, en un caso real ocurrido precisamente en Alemania-.
Aunque estos últimos premios puedan tener un tinte localista, contribuyen a recalcar la efervescencia del actual cine alemán. Requiem, dirigida por Hans-Christian Schmid, fue igualmente destacada por la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI) junto a Knallhart, de Detlev Buck, y la coreana In Between Days, de So Yong Kim.
El Oso de Plata a la mejor contribución artística fue para el actor y productor Jürgen Vogel por Der Freie Wille (El Libre Albedrío), sobre un violador compulsivo. El premio Alfred Bauer –que debe su nombre al creador de este festival- recayó en el argentino Rodrigo Moreno por las innovaciones técnicas de El Custodio, interpretada por Julio Chávez. Y la banda sonora más valorada por el Jurado correspondió a Isabella, cinta de Hong Kong musicada por Pan Ho-cheung.
Aunque España no había logrado situar ningún film en la sección oficial a concurso, el documental de Chema Rodríguez Estrellas de la Línea fue votado por los espectadores con un segundo premio; mientras que el cortometraje El Cerco, obra de Nacho Martín y Ricardo Íscar, exhibido en la sección Panorama, obtenía un galardón UIP que le garantiza candidatura a los próximos premios del cine europeo.
Los críticos presentes en la Berlinale han coincidido al señalar la pobre calidad media de la cosecha cinematográfica de este año. Para Diego Galán (El País) “no han sobrado películas apasionantes, esta edición no ha destacado precisamente por la calidad de su programa oficial”. Carlos Boyero (El Mundo) se limitaba en su crónica de ayer a resaltar que la clausura a cargo del clásico de Sam Peckinpah Pat Garrett y Billy The Kid (1973) ha sido “lo más hermoso que ha ofrecido la Berlinale, lo cual resulta descorazonador sobre el amplio panorama del cine”.