A quien le baste con otro thriller del montón, amueblado con gusto y funcionalidad, pasará el rato
Comenta Harrison Ford a propósito de Firewall que ya no tiene la ambición "de buscar guiones que me permitan lucirme haciendo cosas nuevas. Quiero trabajar en películas que gusten al público y a mí mismo".
No sabe uno si el bueno de Harrison está bromeando, o si la memoria empieza a jugarle malas pasadas. Porque si hay un ejemplo de filmografía convencional y repetitiva es la suya. Desde Indiana Jones y la Última Cruzada (1989) los papeles que ha interpretado no han supuesto, por lo general, cambios de registro ni en lo que se refiere el vestuario: con el mismo traje oscuro y la misma determinación primaria, Ford ha personificado un arquetipo heroico muy poco flexible, abocado inevitablemente al declive.
Y mientras el mundo entero contiene la respiración esperando la cuarta aventura de Indy, Firewall es otro paso más en la travesía del actor por el desierto de la mediocridad. El guión del film, obra de Joe Forte, actualiza la figura de Ford -interpreta al experto en seguridad informática de un banco-, y la combina con la situación de suspense más tópica –su famila es retenida por unos delincuentes que quieren saquear el banco online, y necesitan para ello la ayuda de quien creó los cortafuegos del sistema-.
Es muy difícil, por no decir imposible, resaltar algo novedoso en Firewall. Se suceden con más o menos acierto las escenas de tensión, los golpes de efecto, los enfrentamientos de personalidades, hasta llegar a un clímax emocionante y conformista. Nada más. A quien le baste con otro thriller del montón, amueblado con gusto y funcionalidad, pasará el rato. Los demás pueden entretenerse apreciando los títulos de crédito iniciales, la verosimilitud de los chanchullos informáticos que se plantean, la capacidad de Ford para seguir rodando escenas de acción sin dobles, o la versatilidad de Paul Bettany en un papel de villano con cierto encanto.
Quizás lo más curioso esté relacionado con el director del film. El británico Richard Loncraine realizó en 1987 una película llamada Bellman and True, inédita en España, que giraba en torno a un experto en informática (interpretado por Bernard Hill) obligado a colaborar con unos delincuentes que pretendían robar un banco y que habían secuestrado a su hijo. ¿Coincidencia? ¿Proyecto el actual encargado a Loncraine por su familiaridad con el tema? ¿Refrito intencionado? Sea como sea, el hecho termina por confirmar la nula originalidad de Firewall, y la impotencia de tantas películas comerciales para hacer algo más que repetir los mismos esquemas hasta la náusea.