No son muchas las ocasiones en que un director se ha atrevido a lanzarse al ruedo con la adaptación de una obra teatral de uno de nuestros clásicos.
Manuel Iborra, autor de Orquesta club virginia -su comedia más conseguida- o el Pájaro de la felicidad entre otras, prueba con el verso en La dama boba, comedia de enredo que resulta muy agradecida para cualquier actor/actriz que quiera lucirse, eso sí, haciendo un esfuerzo de contención para no salirse de tono.
El argumento gira entorno a dos hermanas, Finea (Silvia Abascal, Vida y color), la boba pero de gran riqueza económica a la que hace referencia el título, y Nise (Macarena Gómez, El calentito) que ejerce de lista. Junto con su madre Otavia (Verónica Forqué) viven apaciblemente en un palacio en el siglo XVI, pero su paz se verá truncada por la llegada de Laurencio (José Coronado) y Liseo (Roberto Sanmartín, Habana blues), desencadenando el consiguiente enredo amoroso.
La lógica del film hacía prever ciertos alicientes con los que debe contar una producción de época, esto es, vestuarios despampanantes y escenografía colosal. Puesto que la trama discurre en escasos decorados -el rodaje tuvo lugar en la ciudad de la luz en Alicante, donde nació el director- la estética se ha puesto por entero al servicio de unos trajes que nos transportan a otro periodo gracias a la labor de Lorenzo Caprile.
El resto se limita al disfrute de algunas escenas en las que los intérpretes relucen, sobre todo con el talento de Silvia Abascal y Macerena Gómez, aún con el sonrojo de otras que preferimos pasar por alto. El resultado entretiene durante la proyección pero poco más aporta. Tal vez esa era la intención de Manuel Iborra, dado que la pieza teatral, aunque divertida, mantiene ese tono vodevilesco tan cercano a la comedia de enredo, siendo pues inevitable que algunas escenas se resuelvan sacándose en el momento oportuno un as de la manga sin dar mayores explicaciones. Un rato agradable, pero para olvidar pronto lo visto.