Tras la película se percibe a un creador independiente y respetuoso con la realidad
En el panorama de la cinematografía española, lacerado por imposturas, poses y chantajes emocionales desde la producción hasta la recepción pública de las películas, los críticos estamos acostumbrados a aplicar paños calientes para no herir la sensibilidad del orden establecido por subvencionadores, grupos mediáticos y público bienpensante. Cosas tan absurdas como Volver son producto “de la genial exuberancia de su autor”. Comedias tan cutres como Los Dos Lados de la Cama o Torrente 3 son celebradas “por su conexión con la taquilla”. Princesas y demás muestras de cine social con la profundidad de un diario gratuito son “reflexiones poéticas sobre la realidad”.
Por ello resulta tan sorprendente AzulOscuroCasiNegro. No rinde pleitesía ni al espectador de multisala ni a los enrollados de mochila cruzada y gafas de pasta. No pretende ganar el Goya a la producción más concienciada del año ni permite bajar politonos con chascarrillos gore. No sirve ni de bálsamo ni de placebo. De hecho, apenas puede encuadrarse en un género. En principio parece un drama costumbrista en torno a Jorge (Quim Gutiérrez), un joven que achaca su fracaso vital a tener que cuidar de su padre enfermo, y a Paula (Marta Etura, excelente), una presidiaria empeñada en tener un hijo. Pero la mirada de Daniel Sánchez Arévalo, en su debut como guionista y director de largometrajes tras diversas experiencias en el campo del corto y la televisión, no está condicionada por esquemas preestablecidos, sino por su profundo respeto hacia unos caracteres verosímiles, filmados con agilidad y entusiasmo.
De aquí surge la enriquecedora indefinición de la película, que pasa de lo humorístico a lo dramático en una misma escena, que transmite emociones universales -desesperación, confusión, esperanza, ternura- sin alejarse de portales y azoteas de barriada, y que deja fluir, como la vida, a nuevos personajes y circunstancias complejos y ambiguos. De aquí su verdad y también, todo hay que decirlo, su pesimismo: Sánchez Arévalo viene a decirnos, tras mucho marear a sus protagonistas, que la vida es una elección entre contentarse con la pecera de nuestras limitaciones o internarse en aguas profundas en las que, de cualquier manera, cargaremos con el lastre de nuestra personalidad.
Si no fuera porque la historia se estanca una vez planteados los elementos dramáticos, lo que termina por pesar en la segunda mitad del metraje, nos hallaríamos ante una magnífica película. Tal y como se nos ofrece, AzulOscuroCasiNegro es en cualquier caso muy recomendable. Tras ella se percibe a un creador con personalidad propia, no una portada de suplemento dominical. Solo el tiempo determinará si Sánchez Arévalo, como sus criaturas de ficción, es capaz de sobrellevar su idiosincrasia, o la sacrifica en el altar de lo políticamente correcto.