Una nueva película de animación que gustará por igual a grandes y pequeños
Tras librarse de morir congelados, los animales de Ice age: La edad de hielo vuelven a la carga en un mundo que amenaza con inundarse debido a que el helado manto blanco que lo cubre se está convirtiendo en agua a marchas forzadas. Los ya conocidos Manny, Sid y Diego emprenderán el camino hacia la salvación, huyendo del peligro y encontrándose en su ruta con nuevos amigos y más de una amenaza, como no podía ser menos.
Ante todo, afirmar que Ice age 2: El deshielo no supone una gran diferencia con respecto a su predecesora. Tenemos más o menos los mismos elementos, dispuestos de una forma similar, y las novedades justas para que la “familia” de protagonistas aumente -en más de un sentido- sin saturar al espectador con multitud de personajes. Aparte de los tres mentados, ronda por ahí también esa extraña ardilla obsesionada con las bellotas que ya aparecía en la primera parte, y además hay que sumar un par de zarigüeyas y una sorpresa que no conviene desvelar, por si acaso aún no os la han destripado.
A nivel argumental, si te gustó Ice age seguramente lo pasarás igual de bien aquí, porque poco ha cambiado: la relación amor/odio que mantienen los protagonistas y los diálogos que se van cruzando ofrecen más de una risa, el ritmo está muy bien llevado y la animación sigue siendo más que aceptable (no son Pixar, pero los estudios Blue Sky cumplen con su cometido). Claro que hay fallos de documentación (un estudioso de la prehistoria se llevará las manos a la cabeza al ver la mezcla de animales de diferentes períodos al principio de la cinta), pero también podemos pensar que más que fallos son (ejem), “licencias”. Y algo tan increíble como que se sepa el momento exacto en que el valle se va a inundar lo podemos meter en la misma categoría de que los animales puedan hablar, claro.
La mejor baza de la película vuelve a ser el humor visual. Hay tantas carreras, caídas, saltos y golpes que los personajes parecen de goma. A veces estamos ante los dibujos de la Warner (la ardilla tiene algo del Coyote enemigo del Correcaminos) y otras ocasiones nos acordamos de los maestros del cine mudo, pero sea cual fuere la inspiración se consigue el resultado deseado: que el espectador esboce una sonrisa o suelte una carcajada. La velocidad de ritmo y la saturación por acumulación también tienen su oportunidad: destacar dos escenas delirantes, una donde hay implicadas unas pirañas y otra con un poblado de perezosos.
En definitiva, una nueva película de animación que gustará por igual a grandes y pequeños. No llega a entusiasmar, pero entretiene a la perfección durante toda su duración, así que merece la pena.