El cine de André Techiné se ha caracterizado en gran parte por retratar de manera concienzuda a la gente anónima, en permanente búsqueda de algo que dé sentido a sus vidas (Alice y Martin, Los ladrones o su obra más reconocida Los juncos salvajes por la que obtuvo una nominación al oscar a la mejor película de habla no inglesa, dan buena fe de ello).
Ese interés no evita, sin embargo, que aparezca el aspecto social en un segundo plano, sino que a lo largo de la proyección va adquiriendo una presencia notable. Quedó demostrado en Lejos, donde la narración discurría en Marruecos con el tema de la inmigración como telón de fondo.
Esta vez, la acción se traslada a Tánger para contarnos el encuentro entre una pareja que llevaba treinta años sin verse. Él (Gerard Depardieu) pujante hombre de negocios de vida anodina, y ella (Catherine Deneuve) locutora de radio casada con un hombre más joven, representan el paso irrefrenable del tiempo.
La búsqueda del amor perdido en el pasado motiva la reflexión a la par que va abriendo un variado abanico de personajes por los que se asoman diferentes tramas. En ellas se distinguen la complejidad de la asimilación cultural por parte de la comunidad musulmana en la figura de las gemelas interpretadas por Lubna Azabal, o la identificación sexual, tema ya abordado en otros films del director.
Para llevar a cabo su propósito, Techiné se ha valido de dos de los mejores intérpretes que ha dado el país vecino, verdaderos pesos pesados del mundo de la interpretación como Depardieu y Catherine Deneuve. Ambos se ponen al servicio de una historia narrada de manera sólida aunque en un tono gélido, propiciado por unos personajes carentes de emotividad (de eso sabe mucho la Deneuve, la dama de hielo por excelencia después de la Garbo) que no obstante dan cabida a la visión de un poco de luz al final del túnel.
Firme veterano en el oficio de la realización, Techiné centra sus esfuerzos en la creación de un drama distante en el que no se advierte la implicación directa por parte del espectador. El film se dedica a plasmar la realidad de unos personajes que nos resultan demasiado ajenos, no en planteamientos pero sí en acciones. El cineasta deja que se desenvuelvan a su aire sin someterlos a escrutinio, dejando que sea el espectador el encargado de hacerlo.