Producción modesta apoyada en sus intérpretes, que encarnan a urbanitas insatisfechos a pesar de su éxito aparente
En la cumbre comparte tres tendencias clásicas en el cine indie norteamericano: el retrato coral de urbanitas frustrados, la crítica de los ambientes artísticos, y una producción modesta apoyada en el trabajo de los actores.
Diana (Glenn Close) es una diva del cine y el teatro que prepara el papel de Lady Macbeth. Sospecha que su marido la engaña, y se desquita persiguiendo a jóvenes actores. La hija de Diana, Isabel (Elizabeth Banks), está preparando su boda con Jonathan (James Marsden), pero un encuentro con un antiguo amante desvela la insatisfacción latente en su relación actual. Alrededor de estos personajes pivotan otros que terminan por definir un paisaje emocional falso y afectado.
La película es la última producción en vida de Ismail Merchant, colaborador habitual de James Ivory. Se basa en la obra teatral homónima escrita en el año 2000 por la joven autora Amy Fox, y constituye la ópera prima de su director, Chris Terrio. Fox y Terrio han reelaborado la obra, de un solo acto y duración cercana a la media hora, de manera que el material original ha quedado reducido en pantalla a una escena de cuatro minutos, y el resto ha sido imaginado para el cine.
El resultado tiene interés, aunque sea previsible en el fondo y en la forma, y quede limitado por tanto a los fans de cintas como Entre Copas, Ya no somos dos o Lost in Translation. Los protagonistas se mueven a sus anchas por Nueva York, ciudad de eterna belleza. Parecen desenvolverse con éxito en sus profesiones, ligadas a las bellas artes. Pero todos ellos se caracterizan en realidad por usar la cultura como una cortina de humo que les permite figurar frente a los otros y engañarse a sí mismos. Tan solo en los espacios abiertos de las azoteas podrán revelarse ese tipo de verdades catárquicas que se supone les hará libres.
Terrio dota de agilidad a la narración, que oscila entre unos y otros caracteres a lo largo del metraje hasta centrarse en los últimos minutos en Isabel y Diana. Las interpretaciones son excelentes. En algunos casos, como el de Glenn Close, no sorprende. En otros, como los de Elizabeth Banks (Betty Brant en la saga Spider-Man) o James Marsden (Cíclope en X-Men), sí. Aparecen además brevemente Isabella Rossellini, Rufus Wainwright, George Segal y Eric Bogosian. Por lo demás, En la cumbre ofrece visualmente el aspecto funcional y granuloso que cabía esperar, y el único riesgo adoptado por la realización es el recurso en más de una ocasión a la pantalla dividida.
Si se desea asistir a un drama intimista centrado en profesionales liberales que sufren lo indecible a pesar de atractivos y apariencias, el espectador no quedará defraudado.