Que nadie busque complicadas alegorías ni sesudas metáforas en su argumento o imágenes.
Si algo resulta evidente cuando uno visiona “Slither” es que se trata de un producto nacido del cariño y la obsesión de un seguidor incansable del cine de terror. Para su debut como director, el guionista James Gunn (“El Amanecer de los Muertos”) ha buceado hondo en sus filias cinematográficas, y del pozo en el que se acumulan todas esas horas visionando films del género de toda clase y condición, ha extraído esta peculiar amalgama a medio camino entre el homenaje respetuoso y la parodia mas desvergonzada.
El film se inicia, al mas puro estilo de la serie B de los años 50, con la caída de un meteorito en una pequeña localidad estadounidense gracias al cual una peligrosa entidad alienígena llega a la tierra con intenciones no muy buenas. A partir de ahí se mezclan conceptos como mutaciones alienígenas, babosas infecciosas, zombis caníbales o un triangulo amoroso con un componente monstruoso, todo ello con generosas dosis de gore y visionado desde el prisma del humor mas negro. La película se enmarca así en del subgénero conocido como “slapstick” o comedia gore en la vena de los primeros films de Sam Raimi o Peter Jackson.
La cita a la primera etapa de estos dos cineastas es evidente, pero no es la única, ya que a lo largo de todo su metraje se incluyen referencias a reconocidos títulos del cine de terror de las ultimas décadas, en especial a la década de los 80. De hecho la trama, con meteorito, babosas alienígenas y cadáveres posesos incluidos, recuerdan no poco a títulos también concebidos con espíritu de homenaje a un determinado estilo de cine como son “El Terror llama a su puerta” o “La Noche del cometa”. Aunque ya que hablamos de estilos cabe reseñar que con su combinación de gore desaforado y humor salvaje, vendría a ser una versión con mayor presupuesto de las formas y maneras del cine de la Troma, donde Gunn inició su carrera y, como aquella, se suma al estilo del cine de terror no para asustar, sino para divertir y con vistas a generar cierta aureola de culto.
Concientes de ello son los actores, entre los que se encuentran verdaderos interpretes de culto como Nathan Fillion (el capitán Malcom Reynolds de “Firefly”) o el siempre eficaz Michael Rooker, sin olvidarnos de Starla, la heroína encarnada por Elizabeth Banks y modelada conforme a la tradición de los pulp fantásticos o de un divertidamente sobreactuado Gregg Henry en la piel del bocazas alcalde de la ciudad quien acapara las frases más hilarantes de toda la función.
Con una estética en la que se mezclan sin pudor alguno los rasgos más camp –sobre todo en lo referido a Starla, que con sus vestidos de colores claros, su hogar inmaculado y su ingenuidad casi parece un remedo de Doris Day- con el gore mas repulsivo, -especialmente el clímax final, donde somos testigos de una orgía de sangre, vísceras, tentáculos y carne mutada que harían frotarse las manos de gusto a David Cronenberg- “Slither” supone el ejemplo perfecto de ese cine de entretenimiento sin prejuicios, proyectado antaño en sesión doble y que no se toma en serio ni siquiera a sí mismo, ofreciendo hora y media de feroz diversión ideal para ver en compañía, compartiendo las carcajadas y comentando las jugadas. Que nadie busque complicadas alegorías ni sesudas metáforas en su argumento o imágenes. Teniendo asegurada la diversión ¿De verdad hace falta pedir mas?