Supone la culminación perfecta para una de las sagas más interesantes del cine fantástico.
Permítanme que comience este articulo con un acto de contrición: cuando Bryan Singer dejó de lado la saga que él mismo habia iniciado para ser sustituido por Brett Ratner los mas negros nubarrones parecían cernirse sobre el proyecto. Todo parecía indicar que la tercera entrega de los mutantes de la Marvel seria un estropicio semejante al realizado por Joel Schumacher sobre Batman ya que, con una filmografía tan plana e irregular, ¿Cómo iba el nuevo director a estar a la altura del reto? Pues bien: lo que esta película hubiese dado de sí en manos de Singer siempre será una incógnita, pero tal consideración resulta inútil una vez visto el film ya que Ratner ha hecho sus deberes. Y bastante bien por cierto.
Podríamos enumerar a continuación varias razones ajenas al realizador para explicar dicho resultado: que si Ratner se ha limitado a seguir las pautas marcadas por Singer, que si ha tenido la suerte de contar con un más que solvente guión, que si el magnifico equipo técnico reunido para la ocasión le ha salvado la papeleta... Tal vez haya algo de cierto en ello pero en realidad tales objeciones no son más que excusas baratas para negar lo evidente: que el nuevo director ha llevado a cabo un magnifico trabajo –y créanme cuando les digo que nunca jamás pensé que llegaría a escribir esto sobre el responsable de “Hora Punta”-, respetuoso para con las dos entregas precedentes y su fuente original a la par que ambicioso y bien ejecutado.
Tomando el trabajo realizado por su predecesor y manteniendo su estilo visual sin estridencias, Ratner toma también las líneas argumentales básicas de la saga y las lleva hacia un clímax decisivo con sus buenas dosis de épica tras el que nada volverá a ser lo mismo. El desenlace de algunos personajes es la prueba palpable del tono definitivo de está entrega, en una serie de decisiones que pueden provocar ciertos resquemores entre los fans mas integristas del cómic, pero que es llevada a cabo de forma consecuente con sus versiones cinematográficas. Incluso dichos fanáticos habrán de reconocer que a estas alturas, en una tercera parte, la película debe de ceñirse a estas más que a sus versiones de papel.
Pero que nadie piense que se da la espalda a los cómics. Incluso no sería descabellado decir que esta entrega les debe mucho más que las dos anteriores: desde el argumento principal, en el que se mezclan con gran habilidad elementos de “La Saga de Fénix Oscura” de Claremont/Byrne y “La Cura” de Wheddon/Cassaday, a pequeños detalles, como el lado oscuro y manipulador de Xavier o Lobezno y Coloso realizando su famoso lanzamiento especial, queda patente el cariño y el respeto que el director y sus guionistas profesan por el original. Es más, aquel que presuma de ser fan del cómic y no tenga el corazón en un puño en escenas como la del doble homenaje a la Sala del Peligro y la saga “Días del Futuro Pasado” –Centinela incluido- o miente como un bellaco o le encanta hacerse el cínico.
Por otra parte, y al igual que en los films de Singer, rescata del papel su condición de metáfora sobre temas como el racismo y la discriminación de las minorías. En esta ocasión lo hace en relación a una cura para el gen mutante que convierte a estos en humanos, dividiendo a los personajes entre aquellos que desean ser fieles a sí mismos y los que buscan encajar en la mayoría, evitando así el desprecio y la discriminación que la sociedad vierte sobre los de su condición. El razonamiento de ambas posturas y los métodos para hacerlas realidad dan pie a una interesante reflexión en la que el termino “mutante” fácilmente puede ser sustituido por el de cualquier minoría étnica, sexual o religiosa sin cambiar el sentido de esta, haciéndonos pensar sobre ciertas cuestiones. No está mal para un film concebido como un blockbuster rompetaquillas que demuestra que el entretenimiento no tiene que estar reñido con otras cosas.
No podemos terminar sin hacer referencia al espléndido reparto, en el que destacan Famke Janssen –impresionante su transformación en Fénix-, el siempre solvente Ian McKellen cabalgando sobre la línea que separa al idealista del tirano y la incorporación de un irreconocible Kelsey Grammer como la Bestia. “X-Men: La Decisión Final” supone la culminación perfecta para una de las sagas más interesantes del cine fantástico reciente y una parada obligada en la cartelera veraniega. Un último consejo para los mas impacientes: tras los títulos de crédito les espera una sorpresa final que harían bien en no perderse.