El resultado está lleno de simpatía y frescura, aunque todo quede ahí.
En su segunda producción para el cine, Hannes Stohr ha optado por el cambio de registro tras la estimable Berlín is in Germany, con la que se ganó numerosas simpatías en diferentes festivales. En Galatasaray-Déepor la historia, o mejor dicho, historias, adquieren un tono menos sobrio y nos proponen pasar un día en la Europa del divertimento. En concreto, el espectador disfruta veinte minutos en Moscú, Estambul, Santiago de Compostela y, cómo no, Berlín.
Todas estas ciudades quedan irremidiablemente unidas por uno de los acontecimientos más importantes del deporte por excelencia en Europa: la final de la Champions entre el Galatasaray y el Deportivo de La Coruña. No obstante, este vínculo se mantiene en segundo plano, para cuando la falta de comunicación salta a la palestra. Es justo esa falta de entendimiento entre los personajes –una británica en Moscú, dos alemanes en Estambul, un Húngaro en Santiago y una pareja de alemanes en Berlín- lo que desencadena los efectivos malentendidos que van sucediéndose a lo largo de la narración.
Todo en esta cinta destila un ritmo de lo más desenfadado y jocoso, a la vez que le sirve al cineasta de excusa para realizar una acertada comparación sobre la disparidad de referencias culturales que asoman en el estilo de vida europeo. La finalidad del filme es muy sencilla, dar a conocer la mentalidad europea del presente, con sus pros y sus contras, echando mano de unas situaciones caracterizadas por el lugar común, sin llegar a abusar del tópico. Con ella nos ofrece, por tanto, una visión optimista –aunque las historias arranquen desde una misma premisa: la del robo- que sale al encuentro de unos personajes que en un principio no logran entenderse. Pero en algunos casos acaban superando las barreras lingüísticas cueste lo que cueste.
A su manera "Galatasaray-Dépor" contribuye a formar la llamada "conciencia europea", en la que todos debemos sentirnos implicados de algún modo y donde quedan reflejadas actitudes que no nos son del todo ajenas.
El resultado está lleno de simpatía y frescura, aunque todo quede ahí, sin más pretensiones que la de pasar un rato agradable con esta comedia de humor calmado que en el fondo contiene un espíritu muy positivo.