La búsqueda de la figura paterna se hace presente en The King de manera sorprendente y un tanto oscura al mismo tiempo. Un joven (Gael García Bernal) que acaba de licenciarse en la marina inicia un viaje sin retorno al encuentro de un padre a quien no conoce, ahora convertido en pastor de la iglesia baptista con una fe a prueba de bomba. Su hermanastra de dieciséis años actuará como desencadenante para que el joven Elvis vaya introduciéndose poco a poco en la familia ante la necesidad de encajar en algún lugar.
Esta producción de sello independiente queda irremediablemente marcada por el guión de Milo Addica, creador del libreto que dio a luz a Monsters Ball de Mark Foster, con la que podrían trazarse varios paralelismos. Ambas se valen de un ambiente de desasosiego que campa a sus anchas y que está plenamente enraizado en la América profunda en la que pululan una serie de personajes invadidos por la culpa pero, a su vez, faltos de los suficientes recursos como para exteriorizar lo que se les pasa por la cabeza (ahí están Billy Bob Thornton en la citada o Gael Garcia Bernal en la presente).
El director James Marsh confiesa que se ha dejado influir por varios títulos como La noche del cazador, Terciopelo azul y sobre todo por Malas tierras con la que guarda más puntos de referencia.
En The King, la atmósfera familiar se torna cada vez más amenazadora y extraña, creando con ello sentimientos de inquietud y malsana ansiedad en un espectador que asiste atónito al comportamiento de un Garcia Bernal que no muestra todas sus cartas, ocultando por completo sus motivaciones y sin embargo mostrándose capaz de llevar a cabo sus acciones hasta sus últimas consecuencias.
Por si esto fuera poco, el filme se rodea de un anticlericalismo que hará las delicias de los ateos más comprometidos con la causa, dando pie a una violenta exploración de redenciones y expiaciones de culpa difícil de digerir.
La ópera prima de este director británico juega inteligentemente con unos elementos que resultan enriquecedores para dar forma a una historia dramática que utiliza la venganza como leitmotiv casi sin darse cuenta. Hay que reconocer que para llevar a cabo esta valiente producción, James Marsh ha sabido rodearse de un buen elenco, comenzando por un Willliam Hurt felizmente recuperado, una Laura Harring con un look muy alejado de la femme fatale que le dio fama en Mulholland drive y un Garcia Bernal más inquietante que nunca. Habrá que seguir de cerca de este primerizo en el terreno de la ficción, sin duda promete.