Tiene momentos hilarantes, momentos de desenfreno, y una enorme agilidad caótica en algunos de sus tramos.
En una noche poco inspirada, RJ, un astuto mapache, echa a perder las reservas de comida de Vincent, un oso en hibernación que interrumpe su largo sueño para advertirle de las trágicas consecuencias que le esperan si no repone sus aperitivos antes del día que despierte definitivamente.
Con esa tribulación RJ vagará en búsqueda de una solución hasta encontrar en una pequeña comunidad de animales recién despertados su instrumento para su misión contrarreloj: con su ayuda podrá recopilar todos los alimentos necesarios hurtándolos a los vecinos humanos que han tomado parte de su bosque en un súbito acceso inmobiliario. Para ello deberá valerse de sus facultades de manipulación, haciéndoles creer que están recolectando víveres para el próximo invierno.
Vecinos Invasores no está al nivel de Shrek (la primera parte, cuando el ogro verde era un monstro cáustico) y Dreamworks tampoco está a la altura de Pixar, pero en su balance tiene los suficientes elementos como para cumplir holgadamente con sus propósitos. A saber, una realización técnica impecable que sigue llevando la animación a un nivel innecesariamente próximo a la realidad, un conjunto de personajes individualizables con su justa dosis de carisma que si bien no llega al delirio en ninguno de sus casos (hitos como el carisma de Asno de Shrek son casos extraordinarios) sí dan un buen repertorio de mascotas para que el público infantil absorba merchandising, y un guión que con sus múltiples concesiones pueriles que algunos equivocadamente entienden inseparables al género, tiene momentos hilarantes, momentos de desenfreno, y una enorme agilidad caótica en algunos de sus tramos.
Inspirada por la tira cómica de Michael Fry Over The Edge en que un mapache y una tortuga se adentraban en una zona residencial descubriendo con asombro los extraños comportamientos humanos, la dirección corre a cargo de Tim Johnson, codirector de Hormigaz y director de Simbad, que tiene el honor de haber hecho lo propio con un sub-episodio de los Simpson en un especial de Halloween (Simpson 3) en que el bueno de Homer cae por el hueco virtual de una de las paredes de su casa, y gana una tercera dimensión. En sus labores le acompaña el guionista Karey Kirkpatrick, autor de James y el melocotón gigante, Guía del autoestopista galáctico y Evasión en la granja.
Una banda sonora a modo de recopilación para acelerada ilustración del momento y afamados doblajes para ayudar al departamento de marketing, rematan una de esas producciones que no acaban con una proyección que tendrá que repetirse varias veces en cine y dvd por obligación infantil: videojuego, cómic, álbum de cromos (si aún existe esa figura) y los 37 peluches oficiales son parte de su encanto... para las distribuidoras...