Los aciertos parecen más el fruto del encuentro ocasional en una búsqueda indiscriminada, y las películas parodiadas se explotan con poca dedicación.
Los riesgos del cine paródico, especialmente en lo que se refiere a las sagas que llegan a su cuarta parte, son los de la mecanización de sus métodos, tratar de buscar el humor con una fórmula genérica que antes o después conduce al agotamiento. Scary Movie nació como una burda chanza al respecto del cine de suspense tomando mucho de la base de Scream (aun cuando esta pretendiera ya retratar algunos de los excesos e incoherencias del género) y acercando la risa al miedo en una combinación especialmente agradecida. Pero sus creadores pasaron de lo tosco a lo infumable en su segunda parte (aun cuando probablemente fumar, se fumó algo) para ver cómo un veterano rescataba su nombre en la que la hacía trilogía.
Las claves de esa resurrección venía pues de la mano de David Zucker, uno de los padres de la parodia como demuestra un curriculum con todas las grandes: Aterriza como puedas, Top Secret, Agárralo Como puedas etcétera, que incorporó a dos clásicos como Leslie Nielsen y Charlie Sheen para burlarse de cintas como The Ring, Señales y... de Michael Jackson.
Todo hacía indicar que esta cuarta parte iba a seguir esa tendencia, pues al bueno de Zucker se le unía su viejo compañero Jim Abrahams (quien además de los citados clásicos había firmado Hot Shots) y la fiesta se concebía por todo lo alto. Pero los síntomas de agotamiento que algunos pudieran apreciar en algunos episodios de sus sagas como Agárralo como puedas 33 y 1/3, son el auténtico lastre de esta cuarta parte.
Si la unión de todos los vicios y errores posibles (junto a la más nítida expresión de falta de talento) la representaba hace escasos meses Date Movie, esta Scary no llega tan lejos pero sí apunta algunos defectos reseñables: la simplificación a la hora de elaborar los gags, con una limitación preocupante al simple golpe, momentos escatológicos sin suficiente justificación, y la reiterativa dedicación a gags que no funcionan. Por esta vía, los aciertos parecen más el fruto del encuentro ocasional en una búsqueda indiscriminada, y las películas parodiadas se explotan con poca dedicación y mucho remate de lo ya rematado, exprimiendo allá donde no hay ya jugo que sacar.
Mientras uno de sus puntos fuertes es que a la hora de recrear otros filmes se ha empleado un diseño de producción de primer nivel que hace que la aproximación sea muy correcta, la mezcla de ellas, lo dilatado de alguna de sus incorporaciones y el mal uso del tiempo llega a hacer que una cinta de 80 minutos de duración se arrastre en algunos tramos sin una dirección aun cuando su trama no la necesite. Como en otras ocasiones, el montaje del trailer da lugar a un resultado mucho más rítmico, cómico, y por ello prometedor, y sólo ocasionales escenas se merecen en el largometraje el esfuerzo del recuerdo, alguna reservada para el tramo final: ahí una justa y merecida caracterización del actor que protagoniza una de las obras parodiadas (Tom Cruise) recibe una descarga vitriólica digna de aplauso.
Por lo demás, la fórmula necesita algo más de aire fresco. Aunque la industria lo pone difícil, y la taquilla manda. La quinta parte tiene fecha prefijada al 2008, repitiendo unión de Zucker y Abrahams, a los que poco espacio dejan para replantearse ideas.