Una bicicleta actúa de nexo de unión entre un niño en edad de cometer sus primeros escarceos delictivos (Jose Miguel Sánchez) y una joven (Bárbara Lennie, vista en Obaba) que empieza a trabajar como bicimensajera e interesada a su vez por dos chicos (Javi Pereira, protagonista de Heroína, y Alberto Ferreiro, con más películas en su haber, entre las que se encuentran Soldados de Salamina). Completa el mosaico de personajes una mujer madura y no por ello menos combativa (Pilar Bardem) que es testigo de cómo su barrio está a punto de desaparecer debido a la especulación inmobiliaria.
Fiel testimonio de una realidad en permanente cambio, la figura de la bicicleta representa en esta segunda película del valenciano Sigfrid Monleón (La isla del holandés), la reivindicación de la tradición frente al consumismo que asola las grandes urbes. El constante movimiento por las calles de Valencia nos adentra en las situaciones cotidianas de unos personajes que, a pesar de sus buenas intenciones, no muestran del todo sus cartas. Pero no nos adelantemos y vayamos por partes. La idea de la que en un principio se parte va sobre ruedas, una bicicleta que pasa de unas manos a otras y reúne pequeños espacios de vida en una misma acción narrativa. Pero, ¿Es realmente la misma bicicleta? ¿En qué momento del guión se advierte que la historia avance en un sentido espacio temporal lógico? ¿Era esa la intención de su director?. Haciendo caso omiso de la narrativa confusa, vayamos a terrenos aparentemente más profundos: el tratamiento que se hace de los personajes, elemento clave de funcionamiento de una producción, tres historias que parecen cruzarse y no lo hacen, que empiezan pero no rematan, figuras con presencia en los que se intuye algo más que la historia no deja desarrollar, actuando más como complemento perfecto a una bonita postal de la ciudad valenciana, verdadero reclamo de una cinta encargada de repartir buenas intenciones que se queda a dos o más pasos de lo que cabría esperar.
Una vez dicho esto, aún quedan más preguntas por resolver, ¿por qué no se les ha sacado más partido a unos personajes que lo pedían a gritos? ¿Qué hay detrás del encuentro entre Pilar Bardem y Sancho Gracia?. En La bicicleta no existe el conflicto real, fuente argumental de la acción narrativa. Aunque se adivine cierto impulso en la base del discurso, finalmente no queda plasmada en el desarrollo posterior, por lo que la superficialidad emerge más que cualquier otra cosa.
Es bien cierto que se refleja cierta relevancia en los motivos de cada personaje, pero estos pasan a un segundo plano impidiendo disfrutar de las enormes posibilidades que podrían habernos ofrecido.