Si algo tenemos que envidiar de la cinematografía del país vecino -aparte de la biensabida ley de excepción cultural con la que se protegen del monopolio yanqui- es su sensibilidad a la hora de tratar temas atrevidos con esa normalidad que tanto les caracteriza. Directores de renombre como François Ozon o Laurent Cantet nos han permitido en sus filmes adentrarnos en la vida de gente corriente que se deja llevar por derroteros que sorprenden al espectador cuando la respuesta de los personajes envueltos en la acción no es la esperada.
Esto sucede en Pintar o hacer el amor de los galos Arnaud y Jean Marie Larrieu en un intento por realzar la ambigüedad desde la perspectiva de un matrimonio que lleva una vida tranquila en la ciudad. A punto de jubilarse y con todo el tiempo del mundo por delante, William y Madelaine (soberbios Daniel Auteuil y Sabine Azema) deciden comprar una casa en el campo tras conocer a la pareja formada por Adán (Sergi López, la mejor exportación hecha por este país) y su joven esposa Eva (Amira casar). En contra de lo esperado, ya se sabe, vecinos insoportables que se dedican a molestar día y noche, surje el flechazo entre ambas parejas, a modo de tentación (no por casualidad se llaman Adán y Eva) de la que no pueden escapar. Así, William y Madelaine se enfrentan a este nuevo descubrimiento del placer -otra forma de pensar, ver y entender la vida, a parte de otras muchas sensaciones…- con la inocencia del que no sabe controlar sus instintos, dejándose llevar por el misterio que provoca en ellos Adán, un hombre ciego que les enseña a ver desde el otro lado.
Los creadores de este drama costumbrista tamizado por la amoralidad de la propuesta, han sabido sacar partido de los recursos ofrecidos por la naturaleza - el sonido de los insectos, la apacible vida en el campo etcétera- y de paso introducir elementos que en principio resultan atípicos en este tipo de escenario, convertido éste en testigo de una situación que desborda las expectativas de los protagonistas de la función. Convence en gran medida a un espectador que sigue con verdadero asombro las reacciones de los actores , aunque en ocasiones se desprende de ellos una frialdad que produce distanciamiento del que poco beneficio se obtiene.
En la línea del renovado cine galo, siempre en constante evolución tanto en ideas como en la manera de llevarlas a cabo, Pintar o hacer el amor, presentada en la sección oficial de Cannes, se vislumbra como un sugerente drama aderezado con ligeros apuntes cómicos, en el que los personajes quedan expuestos ante el ojo del espectador, incapaz éste de emitir ningún juicio de valor ante lo que está viendo... ventajas de ser francés.