Después de haber visto Airbag, de soportar como buenamente se pudo la patética Año mariano y de visionar un par de veces el tráiler del que supone el debut en solitario a la dirección de Fernando Guillén Cuervo pocas sorpresas podía llevarse el espectador. Nos hallamos ante la historia de dos muertos de hambre que un buen día deciden convertirse en managers para así poder meter cabeza en el mundo del espectáculo. Su primera decisión será fichar a una pareja de hermanos que trabajan en un desguace y tocan rumba en sus ratos libres, y a partir de ahí se irán de gira los cuatro, realizando bolos veraniegos por diversos pueblos andaluces.
Con el material de partida con que cuenta Los managers suponemos que Álex de la Iglesia o Santiago Segura habrían logrado un producto final mejor, al menos más destacable de lo que consigue Guillén Cuervo, porque desde el principio nos asalta la sensación de estar ante una película mediocre que no aspira más que a contentar al director y a los amiguetes que se han visto implicados en su realización. Y claro, si ya arrancamos con tan pocas expectativas lo normal es que terminemos por aburrirnos como ostras, y que a medida que avance el metraje el aburrimiento se torne obvia indignación.
Estamos ante lo que podría ser el equivalente a una de las antiguas películas de Mariano Ozores con el dúo Pajares-Esteso. Con un referente tan claro en mente se podía haber optado por caricaturizar a los personajes hasta el extremo y quizá nos hubiéramos reído del patetismo de los protagonistas, pero aquí se pretende que nos identifiquemos con estos cuatro pringados sin éxito: el espectador no se engancha a la historia porque sencillamente le da igual lo que pueda acaecerles, y así van transcurriendo los minutos, entre números musicales que no llevan a ninguna parte ni tienen la mínima pizca de gracia, un humor básico que no llega a la escatología pero la roza, acentos extraños (el andaluz tiene un pase, pero los americanos chapurreando español o el árabe interpretado por Manuel Manquiña son de juzgado de guardia) y una carencia absoluta de ritmo narrativo.
Resumiendo, que sale uno del cine no indignado porque le hayan tomado el pelo (por desgracia más de uno esperábamos exactamente esto), sino por la facilidad que tienen ciertos cineastas y guionistas para estrenar así, mientras que gente con talento no puede sacar adelante sus proyectos. Si luego hay quien cuestiona el cine español es desde luego gracias a españoladas como Los managers.