Acunado en el cine de explotación desde los tiempos de las JD movies, que lanzaron a la fama a la neumática Mamie van Doren, el mito de la mujer vengadora, eficaz segadora de falos y egos masculinos, ha sido muy querido por el cine de explotación durante unas cuantas décadas, y ahora, en esta época de corrección política encubierta y feminismo sin visos de creatividad, parece haber encontrado su horma idónea en las cuadras del cine independiente, necesitado de personajes femeninos fuertes para tener contentos a su caterva de seguidores gafipastosos.
Sin embargo, bajo la capa de molesta y caprichosa modernidad, siempre subyace la misma constante, que es, en realidad, eterna: el erotismo ligado a la muerte, la atracción por el lado oscuro, la voluptuosidad del peligro, la vagina dentata… He aquí un repaso a una serie de películas que han tenido esta temática como común denominador, desde la época del oscuro y divertido cine de los setenta hasta la actualidad… ¡Cuidado con ellas, que ni son pocas ni parecen acobardadas!
Savage sisters (1974)
Coffy, Friday Foster, Foxy Brown, las alegres casquivanas de “Tres en el sótano” y “Tres en el ático”, Ma Baker, la directora Stephanie Rothman y sus películas de enfermeras, “The switchblade sisters”… La AIP, comandada por el inefable Roger Corman, hizo seguramente más por la liberación de la mujer que cualquier realizador/a con inquietudes sociales de esos que tanto abundan hoy. Como muestra, aquí tenemos esta divertidísima pieza de arte y ensayo, con venganza, sudor, sexo y sangre, que es algo así como “Los ángeles de Charlie” pero más sucia y divertida (y a mí las pelis de McG me encantan, y también la serie, ojo). En el reparto, Cheri Caffaro, mítica entonces por la saga “Ginger”, y Sid Haig (“La casa de los 1.000 cadáveres”).
La venganza del sexo (I spit on your grave, 1978)
Pierre Louys afirmaba, en su clásico y cien por cien recomendable Manual de urbanidad para jovencitas, que si una señorita se topaba en un descampado con un vagabundo, la mejor forma de no ser violada era “dejarse follar inmediatamente”. La nieta de Buster Keaton, premio en Sitges por su interpretación en esta película (qué tiempos), prefiere no darle la razón y opone resistencia al ataque de una pandilla de desastrados que abusan de ella durante los primeros cuarenta minutos de este desagradable, cruel y, aun así (o precisamente por eso), hipnótico viaje a los abismos del mejor cine de explotación, aún hoy prohibido en nosecuantos países. Claro está que luego empleará toda su ira y un bien desarrollado ingenio para urdir su sangrienta venganza. Clásico del mal rollo por excelencia, sigue estando para mi gusto unos cuantos enteros por debajo de La última casa a la izquierda, con la que tiene más de un punto en común.
Viciosas al desnudo (1980)
Adriana Vega y Eva Lyberten, dos de las mayores representantes del cine “S” y estupendas actrices ambas, son dos adolescentes jipiosas que toman la casa de un escritor de inquietudes progres para seducirlo e, inmediatamente después, hacerle sufrir las mayores barbaridades. La simpatía mostrada por el realizador Manuel Esteba hacia sus protagonistas femeninas, la atmósfera enrarecida y el ritmo decadente y moroso que consigue inocular a todo el desarrollo (se trata de una película erótica con una primera media hora sin una escena de sexo) convierten el resultado en mucho más que un producto de sexploitation al uso, muy superior a la media de la producción de entonces, e incluso por encima de la anterior realización de Esteba, la estimable pero menos reveladora “Trampa sexual”.Unos diálogos impagables, unas interpretaciones deliciosamente histriónicas y una escena final que parece un precedente mugriento de “Thelma y Louise”, terminan por redondear esta cinta de culto que atesora más cine en uno solo de sus fotogramas que toda la filmografía de Saura, Pilar Miró y Manuel Gutiérrez Aragón.