A medio camino entre poética visual y realismo feroz se presenta la película iraní La isla de hierro, del director Mohammad Rasoulof. El film, ganador del premio especial del jurado en el Festival de Gijón está inspirado en una obra teatral que el cineasta escribió hace diez años y hace alusión de manera simbólica a la situación que vive el Irán de nuestros días (o más bien el Irán de siempre). De esta forma se describen las vicisitudes de una comunidad establecida en un antiguo barco en medio del mar cuyo capitán, haciendo las veces de tótem, gobierna con mano de hierro a las gentes que intentan mantener su rutina como medio de salvación.
Así pues, el buque es testigo del devenir de este interesante microcosmos en el que anida la sumisión debido al control ejercido por la autoridad más recalcitrante. Aún así la vida sigue, los niños asiten a clase, se celebran bodas y cada uno cumple con sus obligaciones mientras el barco va hundiéndose poco a poco.
Si Lars Von Trier se valía en Dogville de un pequeño trozo de tiza para diseccionar a toda la sociedad norteamericana, en La isla de hierro el escenario se amplía pero el fín es el mismo, el retrato de una población aislada y maltratada por un poder reaccionario. Cargada de un tono lírico aunque arraigada a las miserias más pegadas a la tierra, esta cinta se ofrece como un delicado mosaico de vivencias mostradas como conjunto indivisible, con el propósito claro de que ninguna historia sobresalga por encima de la otra –el personaje del profesor, baluarte de la vena reformista y el amor adolescente daban más de sí- formando así un leve murmullo en el terreno individual, que adquiere indudable fuerza narrativa en el eco colectivo. Es ahí donde radica su verdadera eficacia, manteniendo a lo largo del metraje acertadas dosis de simbología que facilita su visionado, como la clarividente figura del niño pez, poética visión de la esperanza que se divisa ciertamente lejana, pero no por ello imposible de alcanzar.
Siguiendo los cánones del cine iraní, tempo calmado a través del cual se refleja realidad social , La isla de hierro representa un efectivo ejemplo de supervivencia en tiempos difíciles, donde encontramos momentos de tregua(para ello la comedia es el remedio infalible) ante tanta barbarie.