El director desarrolla este drama familiar con una capacidad cinematográfica admirable, que saca el máximo partido de unas localizaciones y un reparto mínimos
Nuestro tiempo es el de nuestra felicidad. Ese tiempo en el que, con el sol y la brisa acariciando nuestros rostros, creemos cabalgar la cresta de la ola aunque no seamos sino empujados por ella. Hasta que un traspiés nos arrastra a las profundidades. Luchamos por volver a la superficie; sin embargo, las corrientes no suelen ser favorables y nuestras brazadas siempre nos conducen en la dirección equivocada.
De pronto nos parece descubrir que también se puede respirar bajo el agua. Desde entonces, anclados en el fondo del abismo, nos limitamos a contemplar ensoñadoramente los reflejos trémulos de la luz que late allá arriba. Nuestros recuerdos. Y algún día sentiremos que nuestro corazón deja de latir, pero eso no tendrá ninguna importancia: lo mejor de nosotros mismos fue desgastado mucho antes por el limo y el coral.
A los protagonistas de Springtime in a Small Town les sorprendemos barridos por la marea de la vida, colectiva e individualmente. La acción de la película se ubica hacia 1946 en el sur de China. Acaba de terminar la Segunda Guerra Mundial y solo quedan dos años para que estalle la guerra civil entre nacionalistas y comunistas. Un joven médico regresa a su localidad natal, asolada por el conflicto bélico, y es acogido por un amigo de juventud, cuya salud es frágil y cuyo matrimonio concertado no ha aportado la felicidad a ninguno de los cónyuges. La llegada del doctor propiciará el estallido de un drama familiar en el que batallarán con resultado incierto la pasión, la lealtad, el deber y otros sentimientos que los implicados no sabrán cómo manejar.
Esta producción china es un remake del film homónimo dirigido en 1948 por Fei Mu. No habiendo visto la versión original no podemos dilucidar el posible interés de rehacerla, pero sí afirmar que por sí misma Springtime… está llena de interés. El director Tiang Zhuangzhuang (La Cometa Azul, 1993) desarrolla la historia con una elegancia extraordinaria: Suaves y envolventes movimientos de cámara que encuadran a los actores con el impedimento de enrejados, columnas, ramas o cortinas que simbolizan la prisión de las emociones y la dificultad para escapar al statu quo establecido. La intensa concentración dramática que ofrecen el reducido reparto y los interiores. Un manejo admirable del silencio y de los contrastes lumínicos. Una banda sonora bellísima. Y un par de localizaciones baldías que reflejan a la perfección el agostamiento psicológico que azota a los personajes. Los esfuerzos de Zhuangzhuang transmiten al espectador la congoja que sufren sus criaturas de una manera abrumadora.
Además, tanto el microcosmos familiar como los desolados exteriores en que transcurre la narración brindan a ésta una lectura socio-política añadida. Algo nada sorprendente si recordamos que Zhuangzhuang forma parte junto a Zhang Yimou (Vivir), Zhang Junzhao (Uno y Ocho) y Chen Kaige (Adiós a mi Concubina) de la llamada Quinta Generación china de realizadores, surgida en la Escuela Cinematográfica de Pekín en 1982 y caracterizada por su atención crítica hacia las realidades y la historia de aquel país.
Por tanto, y a pesar de que debemos reconocer que el metraje de la película es quizás un poco excesivo, recomendamos Springtime… con entusiasmo. Y más considerando que estará en cartel únicamente catorce días, pues se halla incluida en el proyecto de la distribuidora Notro Films que os detallamos en su momento.