Narración desoladora, suavizada por la vitalidad de la realización y el tono de tragicomedia
No es que haga falta una guerra para desvelar la esencia indiferente, cobarde y acomodaticia de las personas por debajo de las apariencias. Pero el escenario bélico, al quebrar la frágil capa de civilización que disimula habitualmente la naturaleza humana, es el ideal para dar cuenta de nuestras miserias.
Y Devils on the Doorstep exprime a fondo los efectos de dicho escenario. Protagonizada, producida y dirigida por Jiang Wen (Carta de una mujer desconocida, 2004), la película se desarrolla durante la ocupación japonesa de China, allá por 1945, y cuenta los dilemas a que se enfrentan los habitantes de un pueblo cuando la resistencia les obliga a custodiar y hacer confesar sus crímenes a dos soldados nipones. Tanto captores como presos son “hijos de la tierra”, campesinos que cuando actúan con libertad son capaces de dar lo mejor de sí mismos; pero que al dejarse arrastrar por la estupidez colectiva y las servidumbres de la guerra acaban convirtiéndose en agentes y víctimas del devenir histórico.
Wen aligera una narración ciertamente desoladora aplicando a los hechos un formato de tragicomedia costumbrista, y un estilo nervioso que prima los barridos, la cámara móvil, y primeros planos de un reparto sobrexcitado. Estilo que complementa por contraste la elección de un excelente blanco y negro para la fotografía, y que guste o no aporta gran vivacidad a un metraje que no pesa aun alcanzando los 140 minutos.
De hecho, si se puede achacar algún defecto a Devils on the Doorstep estaría referido a la premura y la confusión que presiden algunos episodios, seguramente por desajustes en la adaptación de la monumental novela en que se basa el guión del film. Y suponemos que, al ser el film de nacionalidad china, es natural cierto partidismo que transforma a los japoneses en más de una ocasión en monstruos, lo que perjudica puntualmente la verosimilitud dramática de lo contado (y eso que aún así la película fue prohibida... en China).
Por lo demás Devils on the Doorstep se salda con un notable, constituyendo una de las mejores películas sobre los desastres de la guerra estrenada en los últimos años, así como una reflexión no demasiado alentadora en torno al sentido amoral de la existencia.