De todo el extenso reparto que conforma Alatriste (2006), de Agustín Díaz Yanes, pocas presencias femeninas logran turbar tanto al espectador como la de Elena Anaya (Palencia, 1975). La actriz da vida a Angélica de Alquézar, una joven perteneciente al círculo que rodea al Conde Duque de Olivares (Javier Cámara) y que se debatirá entre contraer matrimonio con un noble de alta alcurnia o seguir los dictados de su corazón y del amor que siente hacia el joven Íñigo Balboa (Unax Ugalde), ahijado de Alatriste (Viggo Mortensen), al que a su vez considera enemigo. Con semejantes ingredientes, Anaya ha logrado transformar un personaje pequeño en uno de los más importantes de la película, erigiéndose su interpretación como una de las más notables de todo el reparto.
En una película tan coral como esta te ha tocado el personaje más complicado, ¿estás de acuerdo?
Pues mi opinión más sincera, sí, es el personaje más complicado, incluso de los que he hecho en toda mi carrera. Lo vi claro cuando leí el guión y me enamoré del proyecto. 'Tano' (Díaz Yanes) me dijo: "eres tú, sí o sí". Y me surgieron mil dudas: ¿Pero cómo se hace esto? ¿Cómo podemos contar este personaje con tan pocos momentos, haciéndolo dos actrices?... Nunca había hecho un personaje interpretado en su juventud por otra compañera. Me parecía muy complicado contarlo sin apenas decir palabras. Expresar toda esa oscuridad, con toda esa belleza que la envuelve, esa parte sombría, triste y gris. Y contar que es un personaje absolutamente enamorado, a pesar de todas sus contradicciones. Pero me fascinó. Es como cuando dices: esto no me conviene en absoluto y luego fumas un paquete de tabaco al día y no lo puedes dejar. Cuando te apasiona un personaje tienes que hacerlo y como además me dijo 'Tano' que no me quedaba otra opción... pues yo encantada de la vida (risas).
Como has señalado, compartes personaje con otra actriz, Nadia de Santiago, vista en Otros días vendrán (2005, Eduard Cortés) y rodando actualmente Las 13 rosas, a las órdenes de Emilio Martínez Lázaro, ¿colaboraste con ella en la creación del personaje o seguistéis cada una por separado las pautas marcadas en el guión?
No, no. Yo le dije a 'Tano' que quería hacerlo con ella y que eso me iba a guiar. De hecho, hay cosas que cambié cuando veía a Nadia trabajar. Iba a los días de rodaje de Nadia para ver lo que 'Tano' hacía con ella y luego poder seguirla para que fuera un personaje coherente y el mismo en las dos épocas. Porque aunque cuando vuelve es ya una mujer y regresa diferente, con unas vivencias distintas y demás, en el fondo sigue siendo la misma mujer. Y tú eres el mismo, te pase lo que te pase, que cuando eras un niño de 7 años. Y me fijé mucho en lo que ella hacía porque afortunadamente pudo hacer bastantes cosas antes que yo y eso me sirvió.
Elena, a diferencia de su compañera, no empezó tan joven en el cine. Su primera incursión cinematográfica fue más un golpe de suerte que otra cosa (África, 1995, de Alfonso Ungría) y su carrera posterior se ha caracterizado por algunos escasos tropiezos y un buen número de aciertos al lado de algunos de los mejores directores de la cinematografía nacional. Ahí está, por ejemplo, el desinhibido personaje, inquieto y viperino, que compuso para Fernando León de Aranoa en Familia (1996), una de las películas más sorprendentes del último cine español. O su colaboración, a las órdenes del desaparecido Ricardo Franco, en Lágrimas negras (1998). Sin embargo, fue Belén, su hipnótico y sensual personaje en Lucía y el sexo (2001, Julio Medem) el que la llevó a cruzar esa temible frontera para todo actor primerizo: la que separa a la joven promesa del intérprete altamente cualificado. El éxito de la película y la consecución de su primera (y hasta la fecha, única) nominación al Goya como mejor actriz de reparto la elevaron a la esfera que merecía: aquella donde juegan las actrices más solventes y preparadas del país, capaces de resolver con nota cualquier personaje.
¿Disfrutaste mucho interpretando a esa especie de femme fatale del Siglo de Oro?
Sí, pero yo nunca la vi como una mujer fatal. Creo que es una mujer divina, estupenda. Una mujer que desgraciadamente no pudo hacer lo que quiso, porque se le enseñó a pensar, algo muy raro en esa época en la que las mujeres, mientras menos pensasen, dijesen y opinasen, y más calladitas estuvieran en la cocina, mejor. Angélica no: es una mujer que está adiestrada para pensar y resolver sus problemas a la perfección. Aunque comete el gravísimo error de enamorarse.
Pero ella de pequeña ya juega con el personaje de Íñigo...
No creo que juegue, creo que es más un momento de seducción inicial... lo tiene como hipnotizado. Es como esas culebras de los dibujos animados. A ella le interesa hacer algo, pero luego sus planes se le vuelven en contra y empieza a haber interferencias. No puede pensar como debe ni logra ejecutar las estrategias como se supone que debe hacerlo, porque su corazón se lo impide.
¿Trabajaste el personaje con Pérez-Reverte?
No, yo me leí los 5 libros varias veces. Si los ves son de risa, porque todos están llenos de post-it, pegatinas, papeles, subrayados azules, rojos, amarillos... que yo pensaba: "si este hombre ve los libros me mata". Y los tenía en mi mesa y cuando me iba a dormir, me los llevaba. Fueron un poco como mi pareja durante el año y medio de preparación. Los tenía presentes todo el rato. Pero mi línea de trabajo era seguir la película de 'Tano', aunque viniese de otra historia. A 'Tano' sí que le he bombardeado. Soy bastante pesada y paranoica a veces a la hora de preparar mis personajes y 'Tano' tenía las respuestas perfectas siempre. He hecho todo lo que he podido para absorber la máxima información y estar segura de que el personaje que iba a contar era el suyo, el que él quería y no el que el público o los lectores de la novela de Alatriste podían llegar a soñar. Porque la película no es las cinco novelas de Alatriste, sino la de 'Tano'. Entonces, todos teníamos que contar esa.