En no pocas ocasiones, la comedia ha sido utilizada como vía para calar en la conciencia del espectador esbozando con ello la crítica social de un país. Recordemos a modo de apunte el enorme estallido de violencia en Francia provocado por la inutilidad del ministro del interior francés Sarkozy en el manejo de sus declaraciones en prensa. Realidad social y vis cómica, parece ser la clave de Jóvenes oportunidades, comedia francesa en la que seis delincuentes juveniles de las afueras de París llegan a la campiña francesa para realizar trabajos de interés general bajo la atenta mirada de un educador. Los primeros contactos con la apacible vida en el campo, así como la reticente mirada de los vecinos complicarán la estancia de los jóvenes, provocando situaciones que harán las delicias de los incondicionales de la comedia de tinte social. De hecho, su director Jean Pierre Sinapi ya había abordado esa clase de temática en la divertida y tierna Nacional 7, aunque a diferencia de entonces ahora ha tenido la suerte de ser elegido para realizar esta producción de encargo para la que ya existía un guión.
Partiendo la idea elaborada por el guionista Azouz Begag, el cineasta se proponía añadir su propio estilo personal y para ello reescribió los diálogos con el coguionista Daniel Tonachelle. El trabajo conjunto hace reavivar de manera efectiva y fresca la historia de unos seres marginados de la sociedad a los que se les proporciona una segunda oportunidad, momentos en los que surge la verdadera camaradería, producto de la convivencia del grupo, mostrado de manera un tanto dulcificada tal y como mandan los cánones del género.
Ya en el arranque –la recogida de los jóvenes por parte del educador- se dilucida el tono sarcástico con el que se aborda el relato, marcando el ritmo a base de escenas de humor en las que la naturalidad del elenco campa a sus anchas (las escenas del mareo por tomar oxígeno tan puro o el joven recién convertido al Islam que sube a la Iglesia a rezar ante la estupefacción de los vecinos son una buena muestra de ello). La cinta funciona gracias a un casting en el que predominan actores no profesionales que aportaron su dosis de espontaneidad para llevar a cabo un trabajo con el que tenían puntos en común, motivo por el cual la acción fluye con una simpatía más popia de actores aventajados. El resultado supone una auténtica sorpresa para el espectador que sigue divertido las peripecias de este grupo de inadaptados sociales a los que en seguida se les toma cariño gracias a un guión elaborado con mucho acierto.