Su apuesta por normalizar temas de cierta relevancia social la eximen de culpa y hacen loable que una película como esta haya llegado a estrenarse.
De un tiempo a esta parte, el cine europeo, y más concretamente el británico, se ha propuesto hablar de las diferencias interculturales que nos rodean, de las distancias que nos individualizan como personas y de las muchas aristas comunes que compartimos. Esta honesta intención de hacer más normal aquello que debería serlo, es lo que hace que una película como Pisando fuerte (Kinky Boots) (2005), de Julian Jarrold, sea una propuesta agradable y no tan infame com podíamos temer en un principio.
No obstante, el filme del debutante Jarrold, un tipo curtido esencialmente en el campo de la televisión, tiene problemas de forma. El realizador aboga por una puesta en escena cansinamente rudimentaria, precisamente por el grado de eficiencia demostrado en productos anteriores, y tira al traste una idea de base sugerente que se desliza por un mar de tópicos hasta acabar siendo la típica comedia inglesa (lo que garantiza algunos momentos felizmente cómicos), un tanto fría, aunque no lo suficiente como para proporcionar buenas dosis de edulcorados caramelos rellenos de un sentimentalismo fácil de ligera digestión.
Sin embargo, su apuesta por normalizar temas de cierta relevancia social la eximen de culpa y hacen loable que una película como esta haya llegado a estrenarse; nunca está de más descubrir que debajo de las apariencias se esconden almas tan humanas como las que encerramos bajo nuestros todopoderosos ombligos, al tiempo que demuestra que con un poco de paciencia y un mucho de interés, se puede llegar a integrar y a encajar dos formas de pensar completamente antagónicas. Esto y el poderío de un Chiwetel Ejiofor (visto en Dirty Pretty Things (2002), de Stephen Frears, Melinda y Melinda (2004), de Woody Allen, y Plan Oculto (2006), de Spike Lee), que se atreve a desaparecer en la piel de Lola, un personaje intenso y conmovedor, a la par que dinámico y divertido, el único con verdadero punch de la función, llegando a donde ni Wesley Snipes ni Patrick Swayze imaginaron llegar nunca.
A pesar de encajar dentro de los moldes que tantas veces hemos visto en otras cintas, de que el final se adivina nada más plantearse el conflicto principal y de que su realizador demuestra un dominio estándar de la cámara, carente completamente de ideas propias, Pisando fuerte resultará entretenida para aquellos que acudan a ella buscando algo más que un mero pasatiempo o atracción de feria, que es como, lamentablemente todavía hoy, se sigue mirando a tipos como Lola.