La presentación de El Hobbit de Peter Jackson en la Comic Con de San Diego ha provocado discusiones tanto entre los aficionados como los medios por la decisión de presentar la película en formato tradicional, distinto a aquel en el que ha sido concebida.
Adaptación de la novela homónima de J.R.R. Tolkien y precuela de El Señor de los Anillos, el nuevo proyecto de Jackson ha sido rodada en 3D y con una velocidad de imagen de 48 imágenes por segundo, frente a la tradicional de 24 imágenes por segundo. Este cambio en la velocidad de filmación fue promovido por el realizador con vistas a favorecer la calidad 3D de las imágenes. Sin embargo, cuando un montaje promocional de 10 minutos fue presentado a los medios hace meses -en el marco del festival de distribuidores Cinema Con-, las reacciones ante el formato fueron mayormente negativas. El cambio estético, debido a la mayor fluidez de la imagen, fue descrito por muchos como poco cinematográfico y más propio de una serie de TV.
Aunque Jackson se ha apresurado a restar importancia a estas críticas negativas, invitando a esperar a ver el producto terminado, su decisión de presentar su avance en formato 2D y a 24 imágenes por segundo echa más leña al fuego sobre la posibilidad de que la cinta pueda terminar viendo modificado su formato. Otro peldaño más en un proyecto que acumula numerosos problemas desde su origen, empezando por los problemas en la consecución de los derechos, el retraso de puesta en marcha del proyecto debido a los problemas económicos de la productora MGM y el abandono de Guillermo del Toro, el director inicialmente previsto.
La película (que cuenta con un presupuesto de 400 millones de dólares) estará dividida en dos entregas, la primera de las cuales llegará a las pantallas el próximo 14 de Diciembre.