Una vez rebajado el listón desde el mismo arranque de la cinta, al menos nos quedan algunos chistes sueltos que hacen cierta gracia.
A la vista de los discretos resultados artísticos de comedias corales con exceso de azúcar como Historias de San Valentín o Noche de fin de año –ambas dirigidas por Garry Marshall, y ambas con Ashton Kutcher en el reparto– y tras el visionado previo del tráiler de la película que aquí nos ocupa, no hace falta ser un espectador muy avispado para deducir que lo que nos va a ofrecer Qué esperar cuando estás esperando es, en gran medida, más de lo mismo que ya conocemos; es decir, un producto a degustar por aquellos y aquellas –más de estas segundas– que encontraron aceptable el estreno en su día de los dos títulos arriba mencionados.
Estamos ante una cinta coral donde se entrelazan las historias de varias parejas que están a punto de sumergirse de pleno en el mundo de la paternidad. Los rostros que encarnan a los protagonistas son bastante conocidos por el público general (Jennifer López, Cameron Diaz, Elizabeth Banks, Dennis Quaid, Chris Rock) y vienen a retratar a una serie de personajes de clase acomodada cuyos problemas no logran crear excesiva empatía, salvo que quien se enfrente a su visionado luche por abstraerse de lo perfectos y relucientes que resultan casi todos.
Tras las cámaras se sitúa Kirk Jones, realizador británico que hasta ahora iba acumulando títulos con algunos toques curiosos: Despertando a Ned, La niñera mágica, Todos están bien... Sin embargo, en esta ocasión su relativa pericia ha sido incapaz de convertir en oro (ni en bronce, ya puestos) un material de partida como el libro superventas de Heidi Murkoff donde se basa el argumento.
Eso sí, una vez rebajado el listón desde el mismo arranque de la cinta, al menos nos quedan algunos chistes sueltos que hacen cierta gracia, así como personajes que nos regalan momentos destacados –véase Rebel Wilson, y si me apuran incluso Chris Rock– y que van levantando ligera y puntualmente el nivel de una historia prefabricada, previsible, simple y vacía.
Lo superficial de sus planteamientos y de su desarrollo convierte a este estreno en firme candidato a triunfar en sus futuros pases televisivos de tarde de domingo. Ahí es donde logrará captar la atención de más espectadores desprevenidos, además de –supuestamente– deleitar aún más a todas las parejas que se encuentren en la misma situación que sus protagonistas.