Daniel (Miguel Ángel Silvestre) es un joven boxeador que cumple una corta condena en la cárcel tras verse implicado en un asesinato. Pocos días antes de abandonar la prisión recibe la visita de Guillermo (Jose Coronado), un policía corrupto que le chantajeará para que cometa otro crimen allí, antes de salir en libertad. A partir de ahí la trama de esta película de género negro se va complicando con nuevos elementos: un empresario metido en negocios turbios, un grupo de agentes de la ley dados a todo tipo de trapicheos, una prostituta que tiene la clave para poder condenarlos, algún otro policía honrado que quiere que se haga justicia, y finalmente el manager del protagonista (Federico Luppi), que no tiene buena espina respecto a todo el asunto.
Ante todo hay que defender La distancia, un producto más que digno considerando factores tan importantes como que nos hallamos ante una cinta ambientada en el mundo del boxeo (género normalmente transitado con pobres resultados en el cine español) y que el director y guionista, Iñaki Dorronsoro, es debutante en esto de la realización. El guión es relativamente serio, apoyándose en unos diálogos solventes que salvan la papeleta en los escasos momentos en que la trama amenaza con embarrancarnos en algún tiempo muerto. En cuanto a los actores, Miguel Ángel Silvestre y Belén López cumplen, mientras que otros como Lluis Homar o Jose Coronado elevan el nivel, creando sobre todo este último un personaje que en principio se nos antoja calcado al de La caja 507, mutando pronto en un ser mucho más interesante y con más matices, capaz incluso de hacerse a ratos con todo el protagonismo (uno podría sin problemas llegar a imaginarse la historia narrada desde su punto de vista).
Si bien el género negro no suele dejar demasiado margen de maniobra, Dorronsoro elabora un guión donde están presentes los lugares comunes de este tipo de cine pero no se deja engatusar por el tópico fácil y trata de dotar a sus personajes supuestamente estereotipados de detalles que los desmarcan de lo esperable en ellos. También hay que reseñar que, a pesar de que estamos ante un producto sin más ansias que las de entretener, no es fácil predecir qué líneas generales va a seguir el argumento, cosa destacable hoy en día.
Por contra, decir que al personaje interpretado por Federico Luppi le cuesta encontrar su hueco en el guión, resultando poco convincente y estando el actor argentino mal dirigido en sus diálogos (cuesta horrores entender prácticamente todas sus intervenciones). Eso sí, se trata de un defecto menor en una entretenida película hecha con buen gusto y que augura mayores cotas para su director.