En esto de la ciencia ficción cada día es más complicado inventar, más habitual plagiar, revisar o volver a contar, y alimentar sagas con las que seguir explotando filones.
La originalidad es difícilmente encontrable, pero esporádicamente hay algo nuevo, y aun sin reunir todas las cualidades para ser un objeto de culto, la bocanada de aire fresco (aunque aquí sea más bien llameante) supone un alivio.
Es por ello que esta historia que parte de un anacronismo, de situar un apocalipsis futuro en un mundo cuyos enemigos y causa de devastación son un monstruo del pasado, presenta elementos lo suficientemente llamativos como para que con una buena dosis de acción, sea una aventura épica que involucre a quien acuda a la proyección.
Rob Bowman, director de Reign Of Fire, es conocido por sus anteriores trabajos en series tan afamadas y variadas como Expediente X (con una cantidad importante de episodios a sus espaldas), McGyver, Parker Lewis Nunca Pierde e incluso Los Vigilantes de La Playa. Con un presupuesto abultado, dibuja un escenario creible y devastador: los restos de la civilización a la deriva, víctima de ataques constantes de Dragones perfectamente recreados por ordenador. Pionera en algunos aspectos técnicos -como su propio director advirtió, tras "vencerse" al agua con los efectos especiales de La Tormenta Perfecta, con Reign Of Fire el cine ha hecho lo propio con el fuego- casi llega a sentirse el calor de las llamas, la angustia de los escenarios de paletas frías que contrastan con el cálido aliento de los abominables reptiles, y el estado de extenuación que viven los luchadores supérstites.
El antagonismo de sus protagonistas, unidos en fines pero distanciados por un abismo de formas, crea todo el núcleo de relaciones dónde no hay enemigo humano. Tras los ataques a EEUU, Bowman confiesa que se hubiera planteado (de tener más tiempo) introducir a algún pérfido enemigo de carne y hueso, en el bando rival. Posiblemente habría sido poco creíble, pero en todo caso no repercutiría sobre las principales cualidades: lo visual y la descarnada acción.