El primer largometraje de Alfonso Cuarón es una comedia de enredos titulada “Sólo con tu pareja” (1991), que tuvo gran repercusión popular en su país natal y fue nominada a cuatro premios Ariel. El segundo, “La Princesita” (1995), tomaba la forma de un cuento infantil. “Grandes Esperanzas” (1998) adaptaba la novela homónima de Charles Dickens, al servicio de unos atractivos Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow divididos entre el amor y la ambición. “Y tu mamá también” (1995), una “road-movie” emocional, constituyó su revelación internacional como director. En cuanto a “Harry Potter y el prisionero de Azkaban” (2004), ha sido considerada la mejor de las cuatro entregas estrenadas hasta la fecha a partir de los libros de J.K. Rowling, y ha llevado a la influyente publicación Entertainment Weekly a situar a Cuarón entre los realizadores más poderosos de Hollywood.
Por tanto, una atención superficial a la filmografía del mejicano conduciría a pensar que se trata de un director comercial, que toma como conductores y destinatarios de sus ficciones a los jóvenes. Sin embargo, en todas las películas comentadas late una misma implicación con sus protagonistas, herederos de un mundo ordenado de acuerdo a valores que no comprenden, y el que aprenderán a desenvolverse gracias a un proceso de maduración personal rico en momentos gratificantes y dolorosos.
Ese y no otro es también el sustrato de “Hijos de los Hombres”, adaptación de la novela homónima de ciencia-ficción escrita por P.D. James que Cuarón no ha dudado, también como co-guionista junto a Tim Sexton, en someter a sus inquietudes. La película se ubica en la Inglaterra del año 2027, retratada de la manera apocalíptica propia del género, y propone una situación extrema: la humanidad ha perdido hace dos décadas la capacidad de procrear, y el individuo más joven sobre la faz de la tierra ha sido asesinado. Theo (encarnado por Clive Owen), un burócrata que ha renunciado a los sentimientos, vegeta en el seno de un estado cuasidictatorial que reprime violentamente tanto el nihilismo y la anarquía que se han apoderado de una población decadente, como las inmigraciones masivas provocadas por el cambio climático. El lector ya habrá percibido que algunos de los aspectos abordados en la película no son precisamente fantasiosos, y Cuarón se encargó de recalcarlo en la rueda de prensa que acompañó la presentación de “Hijos de los Hombres” en la última edición del Festival de Venecia, donde el film disfrutó de una excelente acogida: “Mi obra es una ventana abierta al presente, no una visión oscura del mañana. Pretendo reflexionar en torno a las circunstancias actuales que moldearán nuestro porvenir”.
A pesar del panorama descrito, Cuarón elige la senda del optimismo. Theo se sacudirá su apatía tras contactar con Julian (Julianne Moore), una ex-amante que incluso en un mundo desesperanzado lucha por sus convicciones, y juntos emprenderán una misión cuyo éxito podría abrir perspectivas inimaginables a nuestra especie. Para Cuarón, en el papel que interpreta Owen reside el sentido de “Hijos de los Hombres”: “Theo se ha rendido, es parte del problema, hasta que decide activarse por razones erróneas y termina siendo un héroe a regañadientes; un héroe de hoy”.
Para plasmar cinematográficamente su interpretación de la historia original, Cuarón se ha rodeado de un equipo técnico en el que sobresalen Emmanuel Lubezki, su director de fotografía habitual, y el operador de cámara George Richmond, que han otorgado a las imágenes de “Hijos de los Hombres” cualidades realistas y opresivas, realzadas por el mal tiempo que acompañó el rodaje y por el recurso a planos largos -hasta doce minutos sin cortes en alguna escena-, que ayudan a sumergir al público en la acción. A esta última intención contribuye asimismo la ambiciosa elección de localizaciones en Londres, que incluyen Trafalgar Square, el Saint James Park, Fleet Street o la Tate Modern, y que se completan con los decorados creados por los diseñadores de producción Geoffrey Kirkland y Jim Clay. En coherencia con los planteamientos de Cuarón, Clay y Kirkland se empeñaron en que no apareciese en “Hijos de los Hombres” ningún elemento escenográfico que no existiese en el presente.