A Roma con amor es más de lo mismo pero con resultados mucho más pobres.
Primero fue su trilogía londinense, capitaneada por la mejor película de Woody Allen en años, Match point, y seguida por Cassandra’s dream y Scoop. Después, el celebre director neoyorquino, en busca de nuevos contextos inició la denominada trilogía europea con Vicky Cristina Barcelona y Midnight in Paris, otro acierto reciente. Ahora parece cerrar este capítulo de excursiones europeas con A Roma con amor, otra vuelta de tuerca a sus obsesiones habituales.
Al igual que en las dos predecesoras mencionadas, Allen vuelve a reiterar en clave de comedia de situación los vaivenes sentimentales de un conjunto coral de vidas cruzadas. Esta vez, es la capital romana la que es testigo de desencuentros, triángulos amorosos, relaciones inesperadas y encuentros fortuitos en un claro intento de reverberar la comedia ligera prototípicamente italiana. Por supuesto, y como ya sucedía en los casos de Barcelona y París, Roma se retrata en todo su esplendor fotográfico.
Pero también su guión vuelve a ser una poderosa cascada de clichés, situaciones previsibles y personajes-estereotipo que ya hemos visto demasiadas veces, ya sea en el cine del propio realizador o en el cine en general. Lo que no debería ser mayor problema si la cinta contuviera ese arrojo de inventiva que Allen ha demostrado, y con creces, en el pasado. Desgraciadamente, no es así. Dicho de otro modo, A Roma con amor es más de lo mismo pero con resultados mucho más pobres.
Esta es una película sencilla, simpática y muy agradable que carece de pretensiones de ser algo más sólido. Su acción y sus diversos arcos argumentales -algunos de ellos absolutamente sobreros- avanzan, se sostienen y se soportan gracias a un reparto de alto calibre dotado de grandes facultades, como viene siendo habitual en el cine de Woody. Cierto también es que sabe cuidar a sus personajes con afecto y una destreza que terminan por provocar la ternura y la sonrisa al salir de la proyección.
Sin embargo, sus actores, su excelente fotografía y las buenas intenciones de la propuesta no logran que el conjunto vaya más allá del puro entretenimiento fácil que se busca un domingo por la tarde. Podríamos decir que A Roma con amor es una adición más a la filmografía del realizador sin que suponga otra cosa que una gracia liviana. Si bien Allen no cae en el desastre absoluto con su producto anual, tampoco logra que sus fanáticos tengan un nuevo hito para el deleite.